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Theodore McCarrick

Theodore McCarrickEl Debate

Theodore McCarrick (1930-205)

El cardenal despojado de su rango y expulsado del sacerdocio

La pedofilia a gran escala terminó con la carrera de un primer espada del episcopado norteamericano

Theodore McCarrick
Nació el 7 de julio de 1930 en Nueva York y falleció el 3 de abril de 2025 en Dittmer (Missouri), donde estaba recluido por orden del Papa Francisco

Theodore Edgar McCarrick

Sacerdote

Sacerdote en 1958, obispo en 1977, cardenal en 2001, se vio obligado a renunciar a esta última dignidad en 2018 por su implicación en varios casos de abusos sexuales. En 2019 fue reducido al estado laical.

El 16 de febrero de 2019 tuvo el Papa Francisco que secularizar a Theodore McCarrick: ya solo podía administrar el sacramento de la Penitencia a una persona en peligro de muerte. Ya solo era Mr. McCarrick. Ni siquiera reverendo padre. Siete meses antes, en julio de 2019, el Santo Padre le había pedido que renunciase a su dignidad cardenalicia. Obedeció. Era la primera vez que semejante episodio ocurría en la Iglesia desde que en 1927 Louis Billot entregara sus insignias púrpuras a Pío XI, por no secundar su condena de la Acción Francesa. Volviendo a McCarrick, siempre en 2019, ya había sido suspendido a divinis: ya no estaba autorizado a celebrar oficios.

Una brillante carrera eclesial aniquilada en pocos meses por practicar la pedofilia a gran escala. Probablemente la mayor lacra de la Iglesia en la era contemporánea. Una lacra que, paradójicamente, el entonces cardenal McCarrick fue de los primeros en denunciar cuando afloró a principios de este siglo. Fue una de las primeras autoridades eclesiales en abogar por una política de tolerancia cero para tales abusos. Insistió en que las autoridades civiles siempre debían ser advertidas. Nunca pensó en aquel momento que terminaría siendo víctima de sus propias palabras.

Pero los hechos eran tozudos: sí, fue McCarrick quien, en 1969, abusó de un menor de 11 años. También fue él, cuando estaba destinado en la archidiócesis de Nueva York, quien hizo insinuaciones sexuales a un joven de 16 años durante los preparativos para los oficios navideños en la Catedral de San Patricio. El joven fue abordado de nuevo en 1972, según su abogado, quien presentó los detalles. La presunta víctima no habló con las autoridades eclesiásticas sobre el supuesto abuso hasta 2016, cuando la archidiócesis estableció un programa de compensación. Sí, fue McCarrick quien usaba su autoridad para atraer a seminaristas a su cama. La lista de fechorías no es exhaustiva.

Hasta que se descubrieron, la trayectoria de McCarrick en el seno de la Iglesia parecía irreprochable: ordenado sacerdote por el legendario cardenal Francis Spellman en 1958, canciller en los sesenta de la Pontificia Universidad de Puerto Rico —en la isla caribeña aprendió español, uno de los 5 idiomas que dominaba—, obispo auxiliar de Nueva York en 1977, primer obispo de Metuchen (Nueva Jersey) en 1981, arzobispo de Newark en 1986 y de Washington en 2000, un destino a medida para McCarrick, personaje algo intrigante que se desenvolvía con soltura en los círculos políticos.

Sin embargo, varias personas intentaron frustrar su nombramiento en la capital de Estados Unidos, sabedoras de las primeras denuncias —fechadas en 1993— en su contra por su conducta sexual delictiva. Mas McCarrick protestó de su inocencia ante Juan Pablo II. El Papa polaco le creyó. ¿Por qué? Por su buen gobierno en las dos diócesis que había dirigido anteriormente, por su eficacia a la hora de levantar fondos para diversas causas y por su capacidad interlocutora con el poder político: encabezó discretas misiones diplomáticas por cuenta de Bill Clinton —también, obviamente, en nombre de Juan Pablo II— y supo establecer una relación de confianza con George W. Bush. Por no hablar de sus sólidas redes en Roma como miembro de varios dicasterios. Una carrera imparable. Hasta que la trágica realidad se hizo insostenible.

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