José Ramón Guerrero
Moncho Guerrero (1932-2025)
Forjador de espíritus
Son innumerables los testimonios de paulinos y no paulinos que se vieron profundamente influidos por su personalidad
José Ramón Guerrero García
Sacerdote
Su vocación sacerdotal le hizo dejar sus estudios de ingeniería. Llegó a ser un teólogo importante especializado en el estudio de Jesús como hombre. Fue rector de la iglesia del Espíritu Santo, director del Colegio Mayor San Pablo y director de la escuela de posgrado entre otros destinos.
Nos ha dejado José Ramón Guerrero, Moncho, carismático director del Colegio Mayor San Pablo durante más de una década, que entendió su misión pastoral a través de la formación.
Educado en una familia de profundas raíces cristianas donde Dª Rosa Victoria era el pilar familiar, pronto decidió dejar los estudios de ingeniería por la formación sacerdotal que culminó con un doctorado en Alemania; en un momento en que España estaba sumergida en la autarquía. Ese período forjó su ideario en un momento de profundo liderazgo europeo tanto moral como intelectual; su santidad Juan XXIII promovió una auténtica revolución en la Iglesia convocando el Concilio Vaticano II, mientras en Alemania el canciller Adenauer impulsaba la construcción de la futura Unión Europea.
En ese período, jóvenes sacerdotes españoles se formaban con los mejores teólogos alemanes; coincidió con Ratzinger, configurando una generación de enorme prestigio intelectual y moral: Elías Yanes, Rouco Varela, Carlos Amigo son ejemplo de esta generación. Entre ellos destacó Moncho como un fino teólogo muy especializado en Jesús como hombre.
Defiende su tesis en España, donde recoge la obra catequética del doctor Constantino Ponce de la Fuente, y alcanza muy joven la cátedra de la Universidad Pontificia de Salamanca. Rector de la Iglesia del Espíritu Santo en la fase final del franquismo, desde allí recala en el CEU donde es nombrado director del Colegio Mayor San Pablo, marcando una época de gran prestigio y enorme actividad en el panorama universitario madrileño, en la década de 1980 y 1990.
Posteriormente fue nombrado director de la escuela de posgrado donde dio un fuerte impulso a la formación posgraduada. Es en este contexto, Moncho supo desarrollar su vocación de forjador de espíritus. Son innumerables los testimonios de paulinos y no paulinos que se vieron profundamente influidos por la personalidad de Moncho.
Innumerables conferencias, coloquios, reuniones, cenas, sobremesas y viajes quedan en mi recuerdo con conversaciones interesantísimas sobre cualquier tema, en las cuales Moncho demostraba su profundo conocimiento sobre teología, filosofía y psicología, en esencia sobre el alma humana.
Nos deja después de una larga y plena vida, disfrutando los últimos años de los exquisitos cuidados de su hermana Blanca, en su querida Coruña y dejando a todos el recuerdo de su sabiduría, fraternidad y Fe.
DEP querido amigo.