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03 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

En España ganan los comunistas

Lo peor es que España se ha convertido en el ejemplo perfecto de la inseguridad jurídica en Occidente

Actualizada 01:28

No soy el mejor analista económico. Pero sí creo que tengo un poco de sentido común y algo de capacidad para saber cuánto ingreso cada mes y cuánto gasto. El maestro de Sánchez, aquel Rodríguez Zapatero que no se sabe muy bien qué hace en la tiranía venezolana, consiguió dejar a España al borde de la quiebra absoluta. Rajoy tuvo que pedir a Europa un rescate a las cajas de ahorros renombradas «bancos», lo que sirvió para dar la sensación de que el problema lo tenía la banca privada cuando era exclusivamente de muchas de las cajas de ahorros gestionadas por políticos y no por hombres de banca. Rajoy vivió una pesadilla. Recuerdo haberle hecho la primera entrevista para prensa escrita desde que llegó a la Presidencia del Gobierno. Fue al final de agosto de 2012, llevaba algo más de ocho meses en la Moncloa. Vivíamos en la angustia de que los hombres de negro nos interviniesen. El secretario de Estado para la Unión Europea, Íñigo Méndez de Vigo, que hoy escribe en estas páginas, me manifestaba angustiado en aquellos días que habían cumplido todas las recetas de ajuste ortodoxas, pero que aquello tardaba en recuperarse y no sabían qué más hacer. Rajoy me enseñaba, voluntarioso, la estadística de exportación de coches que era espectacular. Pero la cosa siguió marchando mal hasta que se puso en práctica y empezó a demostrar resultados la reforma laboral.
Desde 1977 se han hecho en España medio centenar de reformas laborales, más o menos minuciosas. Creo que ninguna ha tenido tanto éxito como la del Gobierno Rajoy. Por eso ha sido tan perseguida por la izquierda. Porque no pueden reconocer de ninguna manera que son las fórmulas económicas liberales las que crean empleo y, por tanto, riqueza para todos.
Pero lo peor de la España de la hora presente no es que tengamos un Gobierno en el que los comunistas imponen sus puntos de vista porque Sánchez está dispuesto a ceder hasta el último resquicio de dignidad con tal de seguir siendo presidente. Lo peor es que España se ha convertido en el ejemplo perfecto en Occidente de la inseguridad jurídica. Imaginen a los grandes inversores que crean empleo en España y que de repente se encuentran con que, en contra de lo que dijo el presidente del Gobierno hasta el pasado domingo, ahora ya se va a «derogar» la reforma laboral que hizo el Gobierno de Rajoy. Se van a derribar las políticas que sacaron a España –parcialmente, aquello tampoco fue una rumba– de la quiebra a la que nos abocó el genio de ZP. La legislación laboral ha funcionado extremadamente bien desde que se impuso. Los que se oponen a ella no tienen ni un argumento económico –ni les importa eso lo más mínimo–. De lo que se trata es de ser sectarios. Y, en la mejor tradición comunista, imponer la ideología por encima de los resultados concretos. Trotamos hacia el precipicio y en el Gobierno están encantados. No paramos… 
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