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19 de marzo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Contra el lenguaje inclusivo

Vayan ustedes a engañar a quien quieran o puedan. No debe ser difícil por la cantidad de gente aparentemente bien predispuesta a dejarse seducir por la mentira

Actualizada 02:04

Estamos de enhorabuena: por fin hay un político con mando en plaza que ha decidido prohibir el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas. Igual que en España hemos llegado a vivir la aberración de que se obligara a emplear un idioma u otro hasta en el recreo de los colegios, prohibiéndose en alguna ocasión el uso del español, lengua oficial del Reino de España, el jefe del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Horacio Rodríguez Larreta, ha aplicado un criterio de enorme sencillez: queda prohibido que los docentes empleen el mal llamado «lenguaje inclusivo» que es en realidad un lenguaje excluyente de todos los que nos negamos a emplearlo. Lo que pide Rodríguez Larreta es algo bien sencillo: «Respetar las reglas del idioma español». No parece mucho pedir.
El uso de ese leguaje llamado «inclusivo» pervierte la comunicación desde el momento en que se emplea para promover una ideología concreta. Y si se obliga a su uso a niños en edad escolar, se los está adoctrinando como lo hacían los totalitarismos del siglo XX, de los que este movimiento en defensa del «inclusivismo» es un perfecto heredero. Para ser «inclusivo» no se puede emplear el llamado «lenguaje binario» que comete la supuesta aberración de dividir a los seres humanos en hombres y mujeres. Y para esta gente ¡eso es un problema! De lo que no se dan cuenta es de que el problema lo tienen ellos y cuando uno tiene un problema lo que no puede hacer es extenderlo a su alrededor. El ser humano sólo se divide en dos géneros: masculino y femenino. Y luego, cada uno de ellos puede ser monógamo, polígamo, homosexual o una persona que se casa y mantiene una relación en los términos que se han considerado «normales» durante veinte siglos. Y no parece que nos haya ido mal de todo, por más que algunos se resistan a reconocerlo.
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene algo más de tres millones de habitantes y es la capital de la nación. En el año 2007 Mauricio Macri organizó con Rodríguez Larreta y otros la Propuesta Republicana con la que se lanzó a la conquista de la CABA. Lo lograron y la capital argentina permanece en manos del mismo partido desde entonces. Cuando Macri ganó la Presidencia de la República, Rodríguez Larreta tomó el relevo en la CABA. Y está claro que plantea retos como los que puede plantear Isabel Díaz Ayuso al Gobierno de la nación en Madrid.
La Real Academia Española explica cómo enuncian sus frases la mayoría de los hablantes y recoge las normas. Unas, como las ortográficas, son de obligado cumplimiento. Otras, casi de estilo, son más cuestionables.
Yo recuerdo hace años una pequeña polémica sobre el uso de mayúscula con el sustantivo «Rey». En ABC siempre lo escribíamos así, que era como lo recogía la RAE. En El País, por el contrario, escribían «rey». Hasta que un buen día la Academia cambió de criterio y dictaminó que había que escribir «rey» y no «Rey». Ese día estuve en una tertulia televisiva al rojo vivo en la que salió este asunto y me preguntaron qué íbamos a hacer en ABC al respecto de la decisión de la Academia. Yo respondí: «Lo mismo que ha hecho El País hasta ahora» «¿Escribirlo con minúscula?» me preguntó el conductor del programa. «No –respondí–. Ignorar a la Academia». Algo que ya no sé si se hace en ABC, pero que sí es el criterio que se aplica en El Debate.
Como lo sería exactamente igual si este Gobierno –o cualquier otro– nos obligara a hacer uso de ese «idioma inclusivo» o la negación de la «perspectiva binaria». Vayan ustedes a engañar a quien quieran o puedan. No debe de ser difícil por la cantidad de gente aparentemente bien predispuesta a dejarse seducir por mentira.
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