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02 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

A Enrique Santiago le tocó el gordo

La semilla sembrada por el abogado Santiago hace algo menos de una década florece ahora. Y apuesto a que él se la va a cobrar. Su mejor aliado en ese proceso, el hombre con el que fue de la mano en todo el proceso, se llama Álvaro Leyva Durán y éste es el nuevo canciller de la República de Colombia

Actualizada 17:49

Habrá quien crea que el secretario general del Partido Comunista de España está pasando un mal momento por haber salido del Gobierno de España por decisión de la ministra Ione Belarra. Esa condición de secretario de Estado no la tuvo ninguno de sus predecesores en la secretaría general del PCE. Desde Antonio García Quejido (1922-23) a José Luis Centella (2009-2017), pasando, entre otros, por José Díaz Ramos (1932-1942), –que se suicidó en Tiflis, Unión Soviética–; Dolores Ibárruri (1942-1960); Santiago Carrillo (1960-1982); Gerardo Iglesias (1982-1988) o Julio Anguita (1988-1998). Ninguno de ellos tuvo la ocasión de poner en práctica las políticas comunistas desde el Gobierno de España. Enrique Santiago la ha tenido y ahora se va a mejores páramos.
Enrique Santiago se buscó la vida siendo el representante de la guerrilla narcoterrorista de las FARC durante las llamadas «conversaciones de paz» en las que el Gobierno de Juan Manuel Santos rindió a la guerrilla el país y se creó una justicia para la paz en la que, por ejemplo, sus representados no podían ser perseguidos por haber vivido durante años del narcotráfico porque se consideraba que vivir de las drogas era un elemento coadyuvante para su finalidad política: imponer un sistema socialista en Colombia. Y eso no podía ser considerado malo.
La semilla sembrada por el abogado Santiago hace algo menos de una década florece ahora. Y apuesto a que él se la va a cobrar. Su mejor aliado en ese proceso, el hombre con el que fue de la mano en todo el proceso, se llama Álvaro Leyva Durán y éste es el nuevo canciller de la República de Colombia, ministro de Asuntos Exteriores y de Paz, nombrado por el presidente populista de ultraizquierda: Gustavo Petro.
Durante la negociación en La Habana, Enrique Santiago recibió sus emolumentos del Gobierno de Noruega, el mismo que después se dio a sí mismo un Nobel de la Paz en la persona de Juan Manuel Santos por haber logrado un acuerdo que hace aguas por todas partes. Ahora, el gobierno colombiano tiene pendiente negociar un acuerdo de paz con el Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN), un grupo de extrema izquierda activo desde 1964. Y el Gobierno de Petro y Leyva tiene presupuesto propio para incorporar a sus actividades subversivas contra el orden establecido a gentes como Enrique Santiago. Ya no será miembro del Gobierno español, pero seguirá cobrando su pensión de secretario de Estado durante dos años. Y a partir del próximo 7 de agosto a las tres de la tarde, apuesto doble contra sencillo a quien quiera a que Enrique Santiago encontrará un trabajo bien remunerado al amparo de su amigo Álvaro Leyva. Se admiten apuestas.
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