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25 de abril de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Incendio con 10 focos ¿cambio climático?

El 80 % de los fuegos forestales son provocados, pero jamás oirán al Gobierno Greta hablar de endurecer las penas

Actualizada 09:02

Una cosa es seguir los incendios forestales a través de los telediarios, repantingado en el sosegado confort de tu sofá. Otra muy distinta es pasar por la extrema angustia de ver cómo las llamas pueden zamparse tu casa, debido a que a algún cabrón –o cabrones– les ha dado por prender fuego al monte de manera perfectamente organizada.
Verín, villa romana en la noche de los tiempos, es hoy un pueblo de 13.000 habitantes en el sur de la provincia de Orense, en la raya con Portugal. Se ubica en el valle de Monterrey y es célebre por su buen vino y sus aguas minerales (Cabreiroá, Fontenova y Sousas). El calor casca duro allí. El miércoles se encontraban en «alerta amarilla», rondando los 40 grados. A las tres de la tarde comenzó un incendio, que acabó rodeando la población con un anillo de fuego casi completo.
Todo fue intencionado, perfectamente premeditado, con diez focos, que al parecer iban prendiéndose al paso de un coche. Hubo que evacuar viviendas y se cortó la autovía que comunica Madrid con el sur de Galicia. Ardió el equivalente a 600 campos de fútbol. Pelearon contra las llamas 14 brigadas, 7 motobombas, 9 helicóptero y 7 aviones. Aquello parecía una guerra.
Tengo un amigo que vive en una estupenda casa con piscina en las afueras del pueblo, propiedad que levantó gracias a muchos años de esfuerzo. La vivienda no está en ningún bosque. Se encuentra muy cerca de la autovía y rodeada de matorral bajo. Pero aún así, veía como las llamas iban acercándose de manera inexorable al muro trasero del edificio. El agua corriente estaba cortada por una caída del tendido eléctrico. Logró salvar su propiedad por el trabajo de un coche de bomberos y por la emocionante solidaridad de los amigos de sus hijas: cuarenta chavales del pueblo se presentaron de manera voluntaria y como en las películas comenzaron a baldear cubos de agua de la piscina para parar el fuego.
Pasado el susto, mi amigo oscila entre una profunda tristeza y un enorme enfado. La pena atiende a que existan por allí desalmados capaces de hacer una salvajada así, de poner en jaque las propiedades y hasta la vida de los vecinos. Y enfado ante el hecho de que el Código Penal no sea todavía más duro con los que él llama ahora «terroristas del fuego».
Según nuestro híper ideologizado Gobierno, la ola de incendios de este verano se debe al cambio climático. ¿Fue así en Verín? Pues claro que no. Si no se hubiesen prendido las diez mechas con esa saña profesional, el pueblo habría pasado un verano de mucho calor, pero sin mayores males.
Cada año se repite una cifra en España: el 80 % de los incendios forestales son provocados (un 30 % de ellos por descuidos). Los motivos varían: quemas agrícolas que se escapan de control, pirómanos, venganzas entre vecinos, brigadistas forestales sin entrañas que creen que el fuego les garantizará futuros contratos, fuegos para ahuyentar animales, por móvil económico… El incendio de Tenerife, con 2.700 hectáreas calcinadas, fue provocado. También el de Ávila, el de Maceda, el del Valle del Jerte… se investiga incluso si hubo una mano alevosa tras el de Losacio (Zamora), donde murió un bombero.
El problema de los incendios se atiende cuando la desgracia ya está en marcha, pero se descuida la prevención. El abandono del rural, con la consiguiente desatención de los montes, es un factor clave. Pero dado que la mayoría de los incendios son intencionados, unas penas de cárcel todavía más disuasorias también ayudarían. ¿Problema? Pues que poner a la gente a limpiar el monte –léase a trabajar– y endurecer el Código Penal no son medidas «progresistas». Resulta más sencillo visitar zonas quemadas componiendo una carita compungida para vender ideología y proclamar que lo ocurrido prueba el hecho del cambio climático (que es a lo que se ha dedicado Sánchez en julio, antes de cerrar la tienda y pirarse a la hamaca de La Mareta).
Resultaría interesante que el presidente «ecologista y progresista» viajase a Verín, a contarles a los vecinos, que se suben por las paredes, que el incendio de los diez focos es fruto del cambio climático. Igual le pitaban los oídos...
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