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26 de abril de 2024

GaleanaEdurne Uriarte

De la fascista Meloni a la comunista Díaz

Lo que sí parece ser Meloni es populista, y veremos cómo traslada a la gestión y a la dirección de un país tanto discurso fácil y tanta promesa de soluciones inmediatas

Actualizada 01:30

Cierto que habría que matizar el titular para ser precisos, y poner entre comillas la palabra fascista. Y es que Giorgia Meloni ha condenado explícitamente el fascismo, mientras que Yolanda Díaz es miembro del Partido Comunista, presume de ser comunista, y, por supuesto, se niega rotundamente a condenar el comunismo. Y, sin embargo, la palabra fascista, junto a la de neofascista o ultraderecha, ha sido profusamente utilizada en la prensa europea de izquierdas estos días, con llamadas a la vigilancia y a la alerta frente a lo que han considerado una grave amenaza. En España, ha habido medios que incluso han batido el récord de repetición de la palabra ultraderecha, ostentado claramente hasta ahora por Pedro Sánchez.
Ésta es una anomalía europea que hay que superar de una vez por todas. Y no resta importancia a esta doble moral que el uso abusivo de la palabra fascista por la izquierda haya provocado la propia ridiculización de quienes la utilizan. La doble moral que blanquea a Yolanda Díaz a pesar de su defensa explícita del comunismo, o que no ve necesaria alerta o vigilancia alguna frente a un Gobierno con Unidas Podemos, o que se lleva las manos a la cabeza por el buen resultado de Demócratas de Suecia mientras sonríe con tranquilidad frente al ascenso de los NUPES de Mélenchon en Francia. «La verdadera amenaza viene de la extrema derecha en Europa», editorializaba Le Monde esta semana, cuando jamás ha alertado sobre el gran resultado de Mélenchon en Francia.
Y no se trata de una cuestión meramente ética, el uso de los mismos criterios para la valoración democrática de los diferentes grupos políticos, sino también política y electoral. Creo que una parte del ascenso de la derecha radical tiene que ver precisamente con esto, con el hartazgo creciente de muchos ciudadanos, sobre todo jóvenes, por la doble moral de tantos medios de comunicación, intelectuales y líderes europeos para con el comunismo y para con el fascismo y el nazismo. Baste con recordar que, en España, hasta el PSOE se ha negado repetidamente a condenar el comunismo y a equipararlo con el resto de totalitarismos, y sin que ningún medio europeo alertara del problema democrático de la izquierda española. Y esta contradicción irrita y hasta indigna a muchos ciudadanos y estimula lo que se considera voto de protesta en la derecha.
Lo que sí parece ser Meloni es populista, y veremos cómo traslada a la gestión y a la dirección de un país tanto discurso fácil y tanta promesa de soluciones inmediatas. No hay que descartar que acabe como el Movimiento 5 Estrellas, superada por la realidad y las dificultades de la gestión pública, a pesar de la fuerte voluntad que muestra y sus grandes dotes de comunicación. También sus dotes para la astracanada, con ese grotesco vídeo de los melones que la pone a la altura de los líderes más vulgares de los últimos tiempos. En esto hay que reconocer que Yolanda Díaz se diferencia claramente: ella es comunista, fiel a las viejas tradiciones, ni siquiera neocomunista, pero elegante, con poca ética, pero mucha estética.
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