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25 de abril de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

Derechos y deberes

La perrita hizo uso de su derecho a morder los tobillos de un pacífico jubilado, y don Demetrio no cumplió con su deber de permitir, con una sonrisa en los labios, ser roído y lacerado por los bocados de la perrita

Actualizada 01:30

Los derechos se adquieren siempre que se hayan cumplido los deberes. Pero en la ley animal –una animalada– los derechos son exclusiva de los animales y los deberes de los seres humanos. Les narro la pequeña historia, un encuentro breve entre un hombre y un perro, que podría haber incluido en su «Pequeño Mundo» el gran Giovanni Guareschi, el creador de don Camilo, el cura con la fe del carretero, y Pepone, el alcalde comunista que negaba la existencia de Dios, no para ofenderlo, sino para llevarle la contraria.
La historia es terrible, de no dormir, también digna de Narciso Ibáñez Serrador. Ha tenido lugar en una localidad de Galicia, pero yo la ubico en Cervera de Pisuerga, norte de Palencia, a un paso de la Montaña santanderina. El jubilado Demetrio Céspedes e Iturralde, de 84 años, tomaba el sol en un parque rasgado por el Pisuerga en los entornos de la villa palentina. De cuando en cuando se incorporaba del banco de piedra y paseaba por la orilla del río recordando los años de su adolescencia, en los que dominaba un arte dificilísimo. La pesca de truchas con la mano. En la actualidad no se atreve porque, de ser avistado, además de la multa se vería obligado a pasar unos días en el calabozo. O meses.
En ésas llegó al parque una señora con un perrito faldero, muy mono y ladrador, recién pasado por la peluquería de perros establecida en la noble localidad castellana. Don Demetrio dedujo que se trataba de una perrita llamada «Sissi» , porque de esa guisa se dirigía a ella su propietaria.
A «Sissi» le cayó mal don Demetrio desde que se apercibió de su presencia.
Y le dedicó una interminable tanda de ladridos. Don Demetrio no se molestó ni en mirarla. Durante toda su vida fue guarda rural y se había enfrentado a lobos y osos. La señora soltó a «Sissi» para que la perrita corriera y se sintiera libre y soberana. Y sin dejar de ladrar, llegó hasta la cercanía de don Demetrio y le mordió en un tobillo. Don Demetrio acusó el dolor y se quejó a la señora: «Su perra me ha mordido». La señora no le concedió importancia al hecho acaecido y probado. «Será porque usted le cae mal. Y si le cae mal, la culpa es suya». Don Demetrio, sabio y educado, no entró en el juego dialéctico. Y «Sissi» le mordió de nuevo. Don Demetrio, harto de los ataques de la dichosa perrita, le propinó una patada en los morros. La perrita voló unos pocos metros, gritó angustiada, alcanzó el terraplén descendente hacia el río, y cayó al agua. Impetuoso venía el Pisuerga con las últimas y constantes lluvias. El desenlace no pudo ser otro. El Pisuerga se apoderó de «Sissi» . De acuerdo con los cálculos de los especialistas del Instituto Hidrográfico del Norte, la trayectoria de «Sissi» por aguas del Pisuerga fue la siguiente: Cervera de Pisuerga, Herrera de Pisuerga, Melgar de Fernamental, la Valdavia palentino-burgalesa, y finalmente, Valladolid. Pero su cuerpo no ha sido hallado, y la propietaria de «Sissi» denunció a don Demetrio, que fue detenido, a la espera de juicio, e incomunicado por propinar una patada a la perrita que le estaba mordiendo los tobillos. Es decir, que la perrita hizo uso de su derecho a morder los tobillos de un pacífico jubilado, y don Demetrio no cumplió con su deber de permitir, con una sonrisa en los labios, ser roído y lacerado por los bocados de la perrita.
Conclusión. La propietaria de la perrita, además de cárcel, exige una indemnización a don Demetrio. Don Demetrio va a ser condenado por no cumplir con su deber respetando el derecho de la perrita a morderlo. Y ha sido aislado en un penal de Palencia en la celda que ha dejado libre un violador excarcelado gracias a Irene Montero.
Y de esta manera, termina la historia del jubilado, el Pisuerga, la perrita, la propietaria de la perrita, la ley de protección a los animales y el violador excarcelado por la ley de 'sólo sí es sí'.
Por la fluida narración.
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