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28 de marzo de 2024

Pecados capitalesMayte Alcaraz

Supernecesario y supertonto

Los señores de Sánchez, tan supernecesarios para desguazar España, acabar con su Constitución, liquidar sus contrapesos institucionales y sustituir sus valores humanistas por una nueva religión laica y antinatura...

Actualizada 01:30

La factoría monclovita nos ha ofrecido una nueva entrega de «Sánchez haciendo el tolili», pagado por el respetable. Esta vez el video contraprogramaba a las tolili de su Gobierno que se insultaban a discreción en las calles, gracias a que él ha canjeado una aberrante ley trans por unos cuantos votos frankenstein para los presupuestos. Pedro Sánchez ha visto más oportuno grabarse con cinco mujeres admirables. No es que no comulgue con lo que pregona con la ley de paridad, es que reconoce que vale por cinco mujeres, pero no por ser hombre, no, sino por ser Él.
Cuatro de esas señoras son exitosas profesionales cada una de Elecnor, Llorente y Cuenca, Iberia y Was, que demuestran con sus trayectorias que se puede romper el techo de cristal del machismo. No dudo que ellas lo hayan hecho, pero para acreditar que se es una profesional independiente no hubiera estado de más no prestarse a los enjuagues del poder, ni servir obscenamente a sus intereses propagandísticos y menos verbalizar ante las cámaras loas sonrojantes al político que las ha convidado. Eso lo podía esperar de los abueletes de la petanca en Coslada o de la pareja militante de Parla, pero no de mujeres con una solvencia incuestionable a sus espaldas.
No obstante, lo más jugoso estaba en la quinta invitada al despacho presidencial, Begoña Gómez, esposa del anfitrión, un ejemplo palmario de que las buenas feministas de la izquierda combinan a las mil maravillas el medro por vía conyugal y los botes adolescentes detrás de una pancarta del 8-M. Su marido la presentó en el Nodo de ayer como directora de la Cátedra Extraordinaria de Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense, cargo al que, como todo el mundo sabe, accedió exhibiendo el libro de familia, un título acreditativo infalible para las feministas con mucha mano izquierda como Begoña e Irene Montero.
No hay que escatimarle elogios a la presidenta consorte. Ella ha vivido en sus propias carnes esta Transformación Social Competitiva: de una dudosa licenciatura en Marketing a ostentar una cátedra en la primera universidad española (o al menos lo era), habiendo pasado antes por la dirección del África Center en el Instituto de Empresa, una prestigiosa escuela de negocios para la que fue reclutada curiosamente pocos meses después de que su esposo ganara la moción de censura a Rajoy y ocuparan ambos el colchón de Moncloa. Gritaba Begoña por la tarde en la manifa: «Se va a acabar la dictadura patriarcal», un eslogan de asamblea universitaria que, de cumplirse, la mandaría directamente al paro.
El análisis semiótico de la producción televisiva, que debería ofrecerse para que alguien la compre por fin como contenido de ficción y no como «un ejercicio de transparencia ante el conjunto de la ciudadanía», exhibe al Sánchez más genuino. El señor que dirige el destino de la cuarta economía del euro sirve, ante las cámaras, un café a las cinco invitadas (nos queda la duda si preparó la infusión en las cocinas presidenciales y, después de la merienda, le dio al estropajo con el menaje de Patrimonio), e impostando la voz al estilo de sus aló presidente de la pandemia, sentencia que es «supernecesario» cambiar las leyes para que se incremente la presencia femenina.
Supersupersupernecesario era además que el mismísimo Sánchez anunciara en Twitter que «Begoña y yo hemos compartido un café» con las cuatro ejecutivas. Bien es sabido que Su Sanchidad aspira a ser algún día Su Majestad el rey republicano de España. Y ya va trabajando para ello: ningunea a la institución, se apunta a los besamanos con Don Felipe y Doña Letizia, desprecia al Rey en los eventos públicos, desdibuja a la Reina en la cumbre de la OTAN con actos indebidos a la medida de su mujer, y ahora copia del Rey Juan Carlos, al que ha echado de su país, el encabezamiento tradicional de todos sus discursos: «La Reina y yo». ¿Por qué no, Begoña y Yo? Ellos, los señores de Sánchez, tan supernecesarios para desguazar España, acabar con su Constitución, liquidar sus contrapesos institucionales y sustituir sus valores humanistas por una nueva religión laica y antinatura...
¡Pedro, marchando otro cafelito!
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