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23 de abril de 2024

El astrolabioBieito Rubido

Resulta que tenemos la mejor Sanidad

Ya se sabe que a la izquierda española, y a la extrema especialmente, le va mucho eso de odiar a su propio país. Eso del patriotismo no va con ellos

Actualizada 01:30

La exageración suele pervertir la verdad y distorsionar la realidad. Es lo que ocurrió esta temporada pasada con los ataques de la izquierda a la sanidad madrileña. Sabíamos que contaba con los mejores estándares e indicadores de toda España, pero es que ahora el Índice de Competitividad Regional de la Comisión Europea sitúa a Madrid como la región de la UE con la mejor sanidad. ¡Vaya por Dios! Y nosotros flagelándonos con el supuesto desastre que no es tal. Tienen que venir de fuera para decirnos que somos felices, pero no lo sabemos.
Estoy convencido de que el servicio sanitario público de España en general y el de Madrid en concreto, como toda obra de humanos, es susceptible de ser mejorado. Seguro que necesitamos más pediatras, más médicos en general, más equipos, más tiempo por paciente. Ello, sin embargo, no empece para que, efectivamente, seamos un país que posee y disfruta de una de las mejores ofertas de sanidad pública en el mundo. El año pasado estaba Estocolmo y su área metropolitana por delante de Madrid. De hecho, Madrid fue el único territorio en toda Europa que construyó un hospital específicamente para atender en plena pandemia a enfermos de covid.
Mónica García, la médico y madre que lidera desde la extrema izquierda las protestas contra la sanidad madrileña, no está en su mejor temporada. A todas las noticias negativas que se le iban acumulando, se le suma ahora esta. En realidad, es para estar orgullosos de Madrid, pero ya se sabe que a la izquierda española, y a la extrema especialmente, le va mucho eso de odiar a su propio país. Eso del patriotismo no va con ellos.
Mejor exagerar en el amor, en lo bueno, en la felicidad, en todas aquellas virtudes que nos hacen mejores. La hipérbole no suele ser buena compañera de ningún discurso político. Al final del camino, aunque solo sea el trecho de una carrera electoral, la verdad se impone. Última hora: resulta que tenemos buena sanidad y no lo sabíamos.
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