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27 de abril de 2024

GaleanaEdurne Uriarte

Si ETA y Bildu fueran fascistas

También el nazismo fue derrotado hace muchas décadas, pero a ningún Pedro Sánchez de este mundo se le ocurriría pactar con un partido que llevara nazis condenados por violencia y no arrepentidos en sus listas

Actualizada 01:30

Imaginen que ETA y Bildu fueran de extrema derecha, que ETA hubiera asesinado a 900 personas, que hubiera perseguido, chantajeado y amenazado a millones de españoles por ser de izquierdas. Imaginen que ese grupo terrorista de extrema derecha se hubiera disuelto, pero que 44 de sus viejos miembros condenados por terrorismo se presentaran en las listas de Bildu, sin arrepentimiento alguno y reivindicando su historia criminal de persecución de la izquierda.
Imaginen ahora a Pedro Sánchez y al PSOE pactando con ese Bildu de extrema derecha y acusando a la oposición de no querer la derrota de ETA. Imaginen a los medios de izquierdas llamando crispadores y generadores de odio a los que denunciaran esas listas con terroristas. E imagínenlos también llamándoles fachas por afirmar que en democracia no se puede pactar con quien sigue justificando y legitimando la persecución terrorista de la izquierda.
Pero no, no se pueden imaginar la segunda parte de esta historia, porque jamás podría ocurrir. Porque la clave explicativa de la indecencia moral a la que estamos asistiendo es puramente ideológica. La enfurecida respuesta socialista a las críticas por sus pactos con Bildu nada tiene que ver con la disolución de ETA y su supuesta pertenencia al pasado, tiene que ver con las ideas por las que asesinaba ETA, con la extremada velocidad a la que algunos están dispuestos a olvidar ciertos terrorismos. También el nazismo fue derrotado hace muchas décadas, pero a ningún Pedro Sánchez de este mundo se le ocurriría pactar con un partido que llevara nazis condenados por violencia y no arrepentidos en sus listas. A eso, ahora y siempre, se le ha llamado justificación del nazismo y hay un firme consenso en que eso es incompatible con la democracia.
Y por eso utilizo de nuevo el ejemplo del nazismo, porque ese ejemplo de totalitarismo y violencia se entiende, pero ni se entiende ni se acepta el ejemplo de totalitarismo y violencia de ETA. Y no por la obvia diferencia en el número de víctimas de unos y de otros, sino por la diferencia ideológica. Las bases ideológicas de ETA fueron el comunismo y el independentismo, y por eso la extrema izquierda ha coqueteado siempre con el entorno etarra; por eso las versiones actuales del comunismo, Unidas Podemos y Sumar se sienten cercanas a Bildu, y por eso los socialistas han tenido tradicionalmente tantos problemas para mantener una línea firme y clara frente al terrorismo independentista de extrema izquierda y sus brazos políticos. Y por eso también el PSOE hasta pacta una Ley de Memoria Democrática con Bildu y saca de ella a ETA, pero incluye al terrorismo de extrema derecha.
Todo lo anterior explica que Pedro Sánchez acuse a quienes fuimos perseguidos por ETA y a quienes estuvimos en la resistencia antiterrorista de «no querer la derrota de ETA». Esta barbaridad ética y democrática sigue ocurriendo en España. Pasó con Rodríguez Zapatero y pasa con Pedro Sánchez. Y con ese amplio sector intelectual y periodístico que se sabe la teoría de que todos los terrorismos y todas las dictaduras son igualmente rechazables, pero no es capaz de ponerla en práctica.
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