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28 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

La –muy preocupante– España que no vemos

Hagamos ruido en las altas esferas de la política y ocultemos la realidad del ciudadano del común. Es la triste realidad de España

Actualizada 08:38

Vivimos una vorágine política que está presente en la portada de nuestros medios de comunicación a diario. Es algo grave que intenta ser contrarrestado desde el Gobierno haciendo noticia de cuestiones menores. Y eso no solo tapa la grave crisis política que vivimos o la tragedia humana provocada por la inmigración masiva. Oculta hechos muy graves de nuestra cotidianeidad.
Manuel Ángel Castañeda es un gran periodista por el que tengo enorme admiración. Fue el decano de los directores de periódicos españoles. Dirigió El Diario Montañés durante 31 años, haciendo de él en una época el periódico más rentable de España. Castañeda sigue escribiendo una columna semanal en su periódico y el último me ha impactado por que es una historia menor que nunca merecería la atención de los grandes medios nacionales, pero sí la de un periodista tan avezado como él. Es su artículo «El temor a mostrarse ante el espejo» (D.M. 24-12-2023).
En la localidad cántabra de Barreda, 2.675 habitantes, municipio de Torrelavega, segunda ciudad de la región de Cantabria, un profesor de un centro de enseñanza público denunció que la madre de uno de sus alumnos y el propio muchacho le habían amenazado de muerte ante testigos. La denuncia fue en balde y la madre siguió amenazando. No fue hasta que El Diario Montañés dio la noticia de las amenazas sobre el profesor, de nombre Julio Ricciardiello, que las autoridades se interesaron en el caso. Y la mujer finalmente fue detenida. Pero no por estas amenazas, sino porque llevaba tiempo en busca y captura. En busca y captura, pero la Policía sabía perfectamente dónde vivía y no había hecho nada. El interés por la prófuga solo surge a ojos de la Policía cuando su nombre aparece en el periódico. Y tampoco había ameritado detenerla el hecho de que su hijo y ella viviesen en una casa okupada. Asunto muy relevante a la hora de estudiar sus amenazas porque Ricciardiello fue en el pasado concejal y como tal intentó acabar con la ocupación. Los okupas no se atrevieron con el concejal, pero sí con el maestro de escuela. Unos valientes.
En todo caso, tanto el concejal como el maestro de escuela tienen derecho a vivir sin soportar amenazas. Y cuando llegan éstas, hay que cortarlas de raíz. Aquí, las autoridades no han movido un dedo hasta que las amenazas han saltado al diario. Y como bien concluye Castañeda, éste es un perfecto ejemplo de cómo las autoridades se escudan en no generar alarma social para hurtarnos la información. Dejan caer a la víctima para no enfrentarse al agresor que les puede complicar también a ellos la vida. Creen que es mejor para la población no saber cuántos robos se producen para no preocuparse. No es tan raro que en cualquier provincia española la delegación del Gobierno informe un día de la detención de un delincuente perteneciente a cualquiera de esas tribus urbanas que proliferan y se nos comunique que el arrestado acumula decenas de atracos y otros delitos. Parece como si no se fuera digno de ser denunciado públicamente hasta que no se llega a un mínimo de una docena de atracos…
Y como muy bien resume Castañeda, en el caso de Barreda han fallado: 1) la dirección del centro público de enseñanza; 2) las fuerzas de orden público; 3) la consejería de Educación del Gobierno de Cantabria –del actual y del anterior– y añado yo 4) la delegación del Gobierno, que junto con los anteriores ya debería habernos dado cuenta a los ciudadanos si la acusada ha sido detenida, si el chico sigue yendo al centro de enseñanza y si hijo y madre siguen de okupas. Pero no. Vivamos al margen de estas inconveniencias que pueden poner muy nervioso a los ciudadanos de a pie. Hagamos ruido en las altas esferas de la política y ocultemos la realidad del ciudadano del común. Es la triste realidad de España.
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