Superación
Para ser admitida en el Movimiento 4B, se exige cumplir con su fundamental requisito, que consta de cuatro prohibiciones. Prohibido tener sexo –más que tenerlo, usarlo–, prohibido tener hijos, prohibido acordar citas con hombres, y prohibido casarse con varones que reconozcan haber votado a Javier Milei
Argentina es un país maravilloso. Y hoy más que ayer. El norte argentino mantiene las raíces españolas, Salta, Jujuy, Misiones, Catamarca, Santiago del Estero, El Chaco, Entre Ríos, La Rioja… Buenos Aires es una mezcla de Madrid, París y Londres con apellidos italianos. Y su infinito sur, desde el Mar del Plata a Ushuaia, una rica soledad melancólica. Argentina tiene selva subtropical, venas de agua formidables, grandes ciudades, naturaleza viva y frío polar. Y tiene, sobre todo, un gran sentido del humor. No he conocido porcentaje de filósofos intuitivos mas apabullante que entre los taxistas de Buenos Aires. Argentina es una nación de deportistas insuperables. En todo. Y habla muy alto y con libertad. Su folclore es un prodigio, con sus zambas, chacareras, vidalas, bailecitos, milongas y grupos guitarreros, con bombista incluido. Los Chalchaleros, los Fronterizos, los Cantores del Alba, Los Trovadores del Norte, y Jorge Cafrune, Eduardo Falú, Mercedes Sosa. Julia Dávalos, Horacio Guaraní, y los primeros años de Jorge Larralde, que terminó en tostón total, en un Llach de la Pampa. Y son exagerados, apasionados, opinantes, reflexivos y formidables conversadores y comunicadores.
Creíamos en España que la exageración ultrafeminista –lo ultra ya es, por definición, exagerado–, tenía su cumbre en el asunto de la futbolista Jenni Hermoso, difícil de superar. Pero Argentina lo supera todo. Y se ha creado, por el peronismo-kirchnerismo derrotado y galopante, un movimiento feminista que merece la atención de la serenidad y la extravagancia, simultáneamente. Se hace llamar el Movimiento 4B. En España, creo recordar, que se denominaba así a una tarjeta de crédito o de débito, pero no estoy seguro de ello. Se me ha olvidado apuntar que en Argentina viven y se mueven, con el permiso del resto del mundo, las mujeres más guapas y atractivas que pisan este destartalado planeta. Y algunos de esos seres prodigiosos – ejemplares aislados por desviaciones ideológicas y archifeministas–, pertenecen a este movimiento cívico-cultural-reivindicativo- 'sostenible'-.
Para ser admitida en el Movimiento 4B, se exige cumplir con su fundamental requisito, que consta de cuatro prohibiciones. Prohibido tener sexo –más que tenerlo, usarlo–, prohibido tener hijos, prohibido acordar citas con hombres, y prohibido casarse con varones que reconozcan haber votado a Javier Milei. Resultan contradictorias las exigencias. Para mí, que Irene Montero, la Belarra y alguna más de por aquí, ha colaborado con el 4B. Lógicamente, si mantener relaciones sexuales con un hombre está prohibido, lo de casarse es una tontería. Un joven matrimonio sin sexo es como un argentino en silencio, o lo que es igual, una anomalía conceptual. Lo de las citas tampoco termina de convencerme. En algún lugar hay que citarse, hablarse y entenderse para decidir no tener sexo, ni renunciar al matrimonio o a la vida en pareja sin hijos en el horizonte. Esas limitaciones fallan de cuando en cuando y nos llegan los disgustos, como el del movimiento de Jenny Hermoso, que me tiene muy desconcertado. Pero prohibir el casamiento o arrejuntamiento con hombres que han votado a Javier Milei, se me antoja una barbaridad. Están renunciando las feúchas del 4B –también, insisto, hay alguna mujer de altos atractivos–, a más de la mitad de los hombres argentinos. Se trata de una norma mal nacida y peor interpretada. Son los hombres que han votado a Javier Milei los que tienen la libertad de no casarse ni compartir su vida con las militantes del 4B. Votar a Milei para terminar con un rollo feminista tan estricto, carece de sentido. Como si la Belarra se impusiera el veto de mantener relaciones con un español de derechas. No tendría valor el veto, porque el veto no lo impondría ella, sino el pobre de él, en el caso de que exista.
Esos movimientos se mantienen con dinero público. Al menos en España. Y no creo que el Gobierno de Milei invierta un céntimo en sostener semejante Movimiento. No obstante, la creación de ese desajustado grupo ha ayudado a que recuperemos, aunque sea desde el discreto rictus, un principio de nuestras sonrisas veladas o desaparecidas.
Lo de Jenni no se supera fácilmente.