A lo mejor sí te ponen en tu sitio, Sánchez
Un mundo por entero al revés donde el reo es quien juzga y condena al juez, el ladrón quiere detener al guardia civil, el corrupto quien denuncia a quien le ha puesto al descubierto y el fiscal el que actúa como acérrimo defensor del presunto delincuente
El olor a podrido que desprende la parva alrededor de Sánchez aumenta y se expande de día en día aunque pareciera, o al menos en eso se centran los esfuerzos de las bandadas de papagayos mediáticos, que ese hedor es inexistente e incluso que es a rosas a lo que huele, que por algo es la flor del PSOE, aunque la pobre no tenga de ello la culpa. Y la pregunta que me cabe a estas alturas ya solo es una: ¿van a lograr convencernos al cabo de que la mierda es ambrosía?
Ellos desde luego creen, y razones y antecedentes no les faltan, que pueden conseguirlo, y que a base de machacarnos los oídos y las neuronas el que un juez te impute, si eres de los que tienes que ser, o sea de la piara progresista, eso es señal no de que hay sospechas fundadas de que eres un cerdo, sino que, por el contrario, te dota de la condición de ser un inmaculado arcángel y además con bula por si por una tentación maligna has sido débil y caído en el pecado.
Los tiempos que estamos viviendo han alcanzado en esto tal grado de delirio y de retorcimiento que no tiene parangón en nuestra historia democrática. Un mundo por entero al revés donde el reo es quien juzga y condena al juez, el ladrón quiere detener al guardia civil, el corrupto quien denuncia a quien le ha puesto al descubierto y el fiscal el que actúa como acérrimo defensor del presunto delincuente llegando a darse el inaudito y delirante caso que sea el jefe de los fiscales el que acuse a los magistrados del Tribunal Supremo porque el colmo llega cuando es el empapelado.
Es tal ya el desafuero que con la mayor desfachatez sale a cada instante uno de la recua de ministros y luego su amado líder solemnemente proclama que es del todo inconcebible que se ose investigarles, aún menos que se atrevan a juzgarlos y ya del todo atroz a condenarlos. Que luego no les quedará otro remedio que llamar a Conde-Pumpido para que les saque de la cárcel declarando inconstitucional a la Constitución misma. Eso es lo que vino a decirse retorciendo la palabrería el día en que se conmemoraba el aniversario de la pobre en el Congreso. Que ellos eran intocables, vamos.
Supongo que se lo creen y al oírlos parecen muy convencidos y seguros. Pero me da a mí el barrunto de que esta vez se van a dar con los alambres. Dice Sánchez, y de continuo lo repite, que el tiempo los va a poner a todos en su sitio y puede que por una vez, aun queriendo decir lo contrario, esté diciendo la única verdad que haya dicho en su vida.
Porque según avanzan las cosas y a paso lento, pero cada vez más recio, los indicios se están convirtiendo en pruebas, hay ya algún pájaro que canta y puede que lo que dice el Caudillo sea lo que a la postre suceda. Que la Justicia ponga a todos ellos, de Ábalos al hermano, de Koldo a Armengol, de Begoña al canario y de la Acera al Óscar, ese que ha salido bramando y está ya en la cuerda floja, efectivamente en el sitio donde les corresponde estar y que no es precisamente del que disfrutan ahora.