Sofismas políticos
El Ejecutivo, a coro, proclama la falsedad de que el PP se opone a la subida de las pensiones y a la bajada de los precios del transporte público. Y mientras tanto, se niega a someter a voto cada una de las propuestas
El último fracaso parlamentario del Gobierno ha dado paso a un nuevo ejercicio de cinismo y a una exhibición de sofismas políticos. De tres votaciones ha perdido dos, y la aprobada lo ha sido gracias a los votos del PP. A pesar de esto, proclaman que la legislatura marcha en forma. La reacción al rechazo del decreto ómnibus, que incluía una multitud de medidas heterogéneas, constituye un verdadero ejercicio de desvergüenza argumental, que presupone la indigencia mental de los destinatarios. El Ejecutivo, a coro, proclama la falsedad de que el PP se opone a la subida de las pensiones y a la bajada de los precios del transporte público. Y mientras tanto, se niega a someter a voto cada una de las propuestas. La intención es, pues, perversa.
Pero, aparte de las cuestiones jurídicas, políticas y económicas, existe un atentado contra las leyes lógicas. Para que la conjunción de dos proposiciones sea verdadera han de serlo las dos. «A y B» es verdadera, si tanto A como B lo son. Si una de ellas es falsa, la conjunción de las dos también lo es. Esto puede ser predicado también de los actos de voluntad. Si alguien me dice que si quiero que mi equipo gane la Champions y que, a la vez, enferme gravemente mi madre, la respuesta tiene que ser que no, a menos que acepte que enferme gravemente mi madre. Solo se puede querer el todo, si se quieren todas las partes. El Gobierno nos diría entonces que verdaderamente te opones a que tu equipo gane la Champions. Es algo tan sencillo que no es preciso un grado de alfabetización muy intenso para entenderlo. La oposición puede aceptar unas medidas y rechazar otras. Y eso es precisamente lo que sucede. ¿Qué piensa entonces el Gobierno de la inteligencia de sus votantes, militantes, seguidores y medios de comunicación afines? ¿Por qué se opone a la votación una a una? Porque se trata de una burda trampa.
La oposición rechaza muchas de ellas, y no le falta razón. Por ejemplo, la cesión del palacete del Instituto Cervantes de París, una vez convenientemente restaurado, al PNV, ni siquiera al Gobierno autónomo o al pueblo vasco. ¿Significa esto querer que no suban las pensiones? La actitud exhibida solo tiene dos explicaciones, en realidad tres. O son necios, o inmorales, o ambas cosas. Se trata de un puro argumento sofístico propio de un Gobierno desesperado y a la deriva en tiempos de legislatura agonizante.
Para personas alejadas de sus años juveniles o conocedoras de nuestra historia reciente, me permito recordar el caso del referendo sobre la permanencia de España en la Alianza Atlántica. Antes de su victoria electoral, el PSOE, había prometido sacar a nuestra nación de la organización. Una vez obtenido el poder, cambió de opinión (no prometió en falso) y decidió permanecer en la OTAN, decisión muy razonable, pero sin integrarse en la estructura militar. Un intento fallido de contentar a todos y no contentar a casi nadie. Por otra parte, la solución era descabellada: permanecer en una organización militar sin pertenecer a su estructura militar. Convocó, como había prometido, un referendo, pero no para salir, sino para permanecer en esas condiciones. La oposición se abstuvo, y arreció la sofística. Según el Gobierno, y la mayoría de los medios de comunicación, la decisión era incongruente. Si estaban a favor, deberían haber votado afirmativamente. Por el contrario, creí y sigo creyendo que la oposición hizo lo que debía. Incluso podría haber votado negativamente. Alguien que estuviera a favor de la pertenencia a la OTAN, pero integrándose plenamente en la estructura militar, no podía votar afirmativamente, ya que, en ese caso, se manifestaría en contra de su propia voluntad. Las razones son las mismas que las aducidas antes a propósito del decreto ómnibus. Uno solo puede apoyar el todo si apoya a las partes que lo componen. Sobre todo si el todo se puede descomponer en sus partes constitutivas. Una vez más, el PSOE tenía problemas con el cumplimiento de las promesas y con las leyes lógicas.