La Nueva Derecha
¿Qué distingue a la Nueva Derecha de la vieja? Unas cuantas cosas, pero tengo para mí que la decisiva a efectos electorales (y de veloz sustitución) es que la Nueva materializa con sorprendente rapidez cambios reales
«Nueva derecha» está tomado, pero no es óbice. Si hay un adjetivo destinado a renovarse sin fin es «nuevo», así que, en aras de la claridad, Nueva Derecha significa a partir de ahora Bukele y Meloni, Milei y Trump. Siendo realistas, caben en el estante los veteranos capaces de adaptarse: los unos porque adecuan su tradicional lucha contra la izquierda a la lucha contra el 'wokismo'. Pongamos Orban. Los otros porque, además, han sabido imprimir claridad y determinación en el apoyo a Israel y el combate contra el antisemitismo. Signo inequívoco de civilización. Es el caso de Le Pen. Por cierto, Vox no solo es Nueva Derecha: es el pegamento de la Nueva Derecha europea. Por otra parte, también es el principal aliado de Israel en España. El principal, digo. Lo que tiene su interés cuando Sánchez encabeza la hostilidad internacional contra el hogar nacional de los judíos.
Nadie informado duda en su seno interno (otra cosa es lo que le haga decir la necesidad) de que Vox también es el aliado principal de Trump en España. Y de Milei. Y de Meloni (sí, también de Meloni, despistados, cucos). Otros líderes nuevos o adaptados a los tiempos, más allá de si han tocado o no poder aún, son Wilders, Kickl, Weidel, Ventura, Fiala. A Orban y Le Pen los odian muchos, y los más interesados en sobreactuar ese odio habitan la vieja derecha. Rectificarán cuando doña Marine sea presidenta de Francia, o Bardella presidente. El segundo llegaría si lograran descabalgar a la primera los de la gran alianza contra natura: insumisos de extrema izquierda más sedicentes liberales de extrema impotencia.
Por no mencionar a los islamistas que, según el profeta Michel Houellebecq, aparecerán de un momento a otro disfrazados de moderados. Del literato visionario lo creo todo después de que en ‘Sumisión’ vaticinara, pensando en el fatal desmoronamiento de la Quinta República, el acceso de François Bayrou al cargo de primer ministro. «El idiota de Bayrou», le llama Houellebecq. Hablo de memoria, no tengo el libro a mano para comprobarlo ni tiempo para buscar la cita, que además vendría en francés. Pero vamos, si no le llama idiota le llama imbécil.
Disculpen la digresión. Estoy de vuelta. Interesa recalcar que no he marcado distancias (es más, las he negado) entre los miembros del Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos, presidido por Georgia Meloni, y los miembros del partido Patriotas.eu, presidido por Santiago Abascal. Más temprano que tarde se unirán, yo les recordaré esta columna, y los intoxicadores de guardia se esconderán debajo de sus pupitres. ¿Qué distingue a la Nueva Derecha de la vieja? Unas cuantas cosas, pero tengo para mí que la decisiva a efectos electorales (y de veloz sustitución) es que la Nueva materializa con sorprendente rapidez cambios reales, radicales y beneficiosos reputados imposibles. Bukele con la seguridad, Milei con la inflación, Meloni con la inmigración ilegal masiva, y Trump con todo. Es su sello cumplir pronto lo prometido. De ahí el miedo.