Feijóo ante una nueva trampa
No sé quiénes aconsejan a Feijóo pero el PP no puede ser el comodín que Sánchez utiliza y desprecia a su conveniencia. La izquierda aplaude, es sumisa, y la derecha, históricamente, es crítica siendo leal
He dedicado una decena de artículos al presidente del PP, el primero «El miedo a Feijóo» (23/3/2022) y el último “Feijóo y la batalla de las ideas (28/1/2025). Por nuestra vieja relación y mi experiencia, que es pública, no creo que ni Feijóo ni quienes me conocen puedan considerarme un plumífero zurdo ni obediente en este tiempo en que tantos abundan. Observo el nada fácil discurrir de Feijóo, habiendo ganado las elecciones, en esta España atribulada, mentida, a menudo ciega, sorda y muda, con políticas trufadas de chantaje, traición e indignidad. Escribo desde la gramática parda que me lleva a ser mal pensado.
Acabo de releer «La nieve del almirante», de Álvaro Mutis, relato desde un relato, técnica como de caja china que me es cercana. Reencontré una frase oportuna en este tiempo político de trampas: «Saber que nadie escucha a nadie. Nadie sabe nada de nadie. Que la palabra, ya, en sí, es un engaño, una trampa que encubre, disfraza y sepulta el precario edificio de nuestros sueños y verdades, todos señalados por el signo de lo incomunicable». Parece que el personaje viviera junto a nosotros.
Feijóo se encuentra ante una nueva trampa, una más. Tras más de un año de incomunicación, Sánchez anuncia públicamente, desde su soberbia habitual, que le llamará para contarle el aumento en gastos de Defensa decidido por la UE que destinará 800.000 millones de euros a ese compromiso, y hablará también con todos los partidos parlamentarios menos con Vox. Sánchez informará a grupos anémicos en votos, pero excluye reunirse con un partido que tiene detrás más de tres millones de votantes y es tercera fuerza política. Democráticamente vergonzoso. Y a todos los españoles nos repercutirá esa cada vez más enorme deuda sin que Sánchez ahorre en tantos gastos inútiles internos y en tantas ayudas exteriores, muchas a regímenes iberoamericanos de izquierda.
El único presidente de Gobierno que, antes de serlo, declaró que desaparecería el Ministerio de Defensa, ahora se pone estupendo tras conseguir que doña Úrsula, que le pone ojitos, aceptase una fórmula global para conseguir esos fondos, de modo que nuestro mandatario aparezca blanqueado en el duro trágala ante sus socios comunistas y afines contrarios a inversiones en Defensa. Todos no, porque Sumar dirá «sí, bwana». ¿Qué haría la sumisa Yolanda fuera de la política y de Sánchez? Hay sobradas muestras de sus tan limitados saberes. Hará todo para no volver a su ropero anterior.
Ante el voto en contra de Podemos y de otros, incluso independentistas, tampoco felices con una España más armada mientras exigen 25.000 mozos de escuadra más, todo un ejército. ¿Qué hubiese ocurrido en el golpe catalán con esas fuerzas, que desean bien pertrechadas, y controlando las fronteras? En eso no piensa Sánchez porque sólo se preocupa de sí mismo. Pero Feijóo debe pensarlo. Sánchez recurre a él ante la perspectiva de perder una nueva votación, y ya se acercan al centenar. El presidente felón hablará con Feijóo pero a destiempo. Deberían reunirse antes de los planteamientos finales en Bruselas, y con un compromiso pactado no impuesto. Ello no supone votar en contra sino hacerse valer. Pactar. Sánchez y los suyos no han dejado de insultar y descalificar al PP un solo día, incluso aprovechando, eso sí, alegremente, las ruedas de prensa tras los Consejos de Ministros. Ahora Feijóo debería recordarlo.
Sobre el compromiso con la UE y concretamente con el PPE, nuestro voto en contra del nombramiento de Teresa Ribera no sirvió de nada. Sigue ahí. Apoya en Bruselas lo que en España negaba, como la energía nuclear. Otra trilera. No afrontó obras para impedir o minimizar la dana, no visitó Valencia, se desentendió del problema por interés personal. En Bruselas no se enteran o nadie lo denuncia. Nos fallaron y nos fallan Ursula von der Leyen y Manfred Weber. Lealtades ciegas al servicio último de Sánchez en la política interna sería un error.
No sé quiénes aconsejan a Feijóo pero el PP no puede ser el comodín que Sánchez utiliza y desprecia a su conveniencia. La izquierda aplaude, es sumisa, y la derecha, históricamente, es crítica siendo leal. Sánchez y los suyos repiten que Cataluña está normalizada, pero es la normalidad de quien felicita al ladrón que está robando su casa. Y concluyo con Michael Connelly: «No hay trampa más mortífera que la que uno se tiende a sí mismo». Atención, Feijóo.