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DivisaderoAntonio Pérez Henares

El peor enemigo de España

Ha pagado el consensuado chantaje que le permite mantenerse en el poder con nuestra dignidad y nuestros dineros, que entrega a manos llenas mientras los saquea y se los hurta a los demás, sea el resto de los territorios o nuestro bolsillo

Actualizada 01:30

No, Sánchez no está dispuesto a morir matando. Esa frase hecha no va con él. Lo que Sánchez está dispuesto a hacer es a matar la democracia para sobrevivir él.

Es lo que está haciendo ya y por lo que se ha convertido en su peor enemigo, en el dinamitero de su Constitución y de los derechos y libertades del pueblo español. El peor enemigo de España es el propio presidente de la nación. Y cuanto más acorralado esté, más peligroso va a ser. Sus hechos lo corroboran de manera total, contumaz y letal.

Ha beatificado y convertido en sus mejores aliados a los albaceas de ETA y ha santificado a los sediciosos golpistas catalanes a los que primero indultó y ahora ha otorgado una autoamnistía, la acaba de definir así incluso la Comisión Europea en su último informe que los convierte a ellos en las víctimas inocentes y a los defensores del orden constitucional en perversos verdugos.

Ha pagado el consensuado chantaje que le permite mantenerse en el poder con nuestra dignidad y nuestros dineros, que entrega a manos llenas mientras los saquea y se los hurta a los demás, sea el resto de los territorios o nuestro bolsillo particular.

Ha convertido en colonias gubernamentales las instituciones del Estado, ya títeres de su poder caudillista, desde el Consejo de Estado al Banco de España y no digamos ya al Tribunal Constitucional a la Fiscalía General.

Ha pisoteado e intenta aplastar a quienes se le resisten y defienden su independencia como al Poder Judicial que osa cumplir con su deber o a los medios de comunicación que no controla y persisten en su misión de informar y defender la libertad de expresión. Contra ellos va ahora toda su furia y las de sus cachicanes ministeriales enfurecidos y rabiosos. Los unos, los jueces, son tachados por su inmenso coro de papagayos mediáticos de peligrosos reaccionarios y encubiertos fascistas y los otros de propaladores de bulos y esparcidores de fango cuando lo que resulta ser es que las fábricas de cieno y mentira, ha quedado ya absolutamente demostrado por la propia incontinencia verbal de que eran sus fontaneros, tienen radicadas sus sedes en Moncloa y en Ferraz.

La última escena del esperpento, hasta ayer, hoy ya habrá emergido otra, es «su» fiscal general, procesado, y camino del banquillo, por el Tribunal Supremo, que pretende, y si no le obligará él a seguirlo siendo y no dimitir cuando incluso deberá de cesar a su inmediata subordinada procesada también y por igual razón y en su caso, por cumplir sus órdenes.

Para cualquier presidente democrático de Europa y de España, hasta él, la espantosa situación en que se encuentra, acorralado por los escándalos y las corrupciones que inundan ya hasta su círculo más íntimo y cercano, convocar a las urnas hubiera sido, y en realidad es, la única y exclusiva salida que se podía tomar.

Pero Pedro Sánchez no la tomará. Porque sabe que sería su final y su muerte política. Por eso no está dispuesto a dejarnos votar. Antes de hacerlo está ya buscando como variar lar reglas del juego, como poder retorcerlas para tener la oportunidad de mantenerse en el poder. Para sobrevivir está dispuesto a matar, ya lo creo que sí y bien lo tiene demostrado, a nuestra democracia, a nuestra Constitución y a España como nación.

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