Los clarines del miedo empiezan a sonar en Moncloa
Todo un frente de trompetas judiciales que se acerca, y les cerca, cada vez más. Lo que hace un año olía mal ahora es un volcán de mierda en erupción cuyo hedor se extiende por todos lados
Cuando se ha cumplido un año de su espantada, aquella pantomima escenificada en modo tragedia griega cuando no era otra cosa que un sainete bufonesco, Pedro Sánchez ha vuelto a montar otra saga-fuga. Esta ejecutada con sordina y ocultación.
¿Dónde leches ha estado el señor presidente del Gobierno en vez de estar donde por su cargo tenía el deber de estar? No asistió a la entrega del premio Cervantes, el galardón más relevante de las letras españolas, ni después compareció en el acontecimiento de máximo relieve mundial, el funeral por el Papa Francisco, y tampoco a la final de la Copa del Rey en Sevilla. El domingo 27 su agenda también aparecía del todo vacía.
Lo del Cervantes en Alcalá de Henares se puede inscribir en la huida de un escenario cronificado cada vez que se asoma a la calle y sabedor de que, por mucha escolta, distancia y barreras al personal, los chiflidos y el abucheo le van a alcanzar. Pero lo de Roma, con lo que le pone figurar, impostar y alardear y más con la dimensión política que ha terminado por alcanzar, no tiene sentido ni explicación. Y ambas cosas y otras tantas enristradas empiezan a ser síntomas evidentes de que algo, y no bueno, se está empezando a presentir por Moncloa. Como si los clarines del miedo hubieran empezado a dejarse oír en la distancia.
Hay unos que han estado sonando siempre, pero en realidad aunque sean los que más toquen la trompeta, eso es solo que reclaman un pago y anuncian la siguiente factura. Y saben y sabemos que para nuestra desgracia, se les abonará. Las diferentes parvas separatistas y los beatificados bilduetarras, son los más interesados y entregados mesnaderos para que siga donde está y seguir ellos, en verdad, ejerciendo el poder y saqueando a la nación. No hay peligro excesivo por ahí.
Ahora hasta puede ser mayor el de las peleadas, las kabilas izquierdistas, en disputa por quien lo es más. El defenestrado Podemos, los tiraron por las ventanas de los ministerios, se ha echado al monte y ya no piensa bajar. Es ahora un agujero pero puede convertirse en boquete de cuidado. Los de IU, exultantes tras haber conseguido arrastrar por el fango a Marlaska tras haber arrastrado antes él hasta el último ápice de su dignidad y traicionado a todo y a todos, víctimas del terrorismo, Guardia Civil y su propio pasado también, van a marcar territorio y paquete ante una Yolanda Díaz a cuyo sombrajo no le queda un palo en pie. En realidad, a todo ese potaje de Sumar solo les queda el coche oficial.
Esto último de las balas judías, que si se piensa un poco no deja de ser una verdadera gilipollez, porque balas habrá que comprar, ¿no?, solo ha sido el inicio de la gresca general. La siguiente, se lo aseguro, ya la tienen preparada, aunque no sepan todavía el porqué.
Pero lo que más temen ahora en Moncloa son otros clarines. Todo un frente de trompetas judiciales que se acerca, y les cerca, cada vez más. Lo que hace un año olía mal ahora es un volcán de mierda en erupción cuyo hedor se extiende por todos lados. El bulo y el fango que decían resulta que son jueces y policía judicial y lo que pregona el heraldo, vestido de verde, ante las almenas y por las plazas de las villas es un informe de la UCO de la Guardia Civil.
El «hermanísimo» ya está en la reata de encausados rumbo al banquillo junto a su otro «hermanito» monclovita y el máximo dirigente del PSOE en Extremadura y presidente de la Diputación de Badajoz.
Begoña ya es un nombre propio en el rescate a Air Europa; de la cuadrilla de Ábalos, Koldo & Cia, se irán añadiendo en ristra encausados, y puede que, preventivamente, alguno no tarde en ingresar en prisión y, lo peor de lo peor, ninguno sabemos qué hay en los mensajes de WhatsApp y correo electrónico que el fiscal general intentó borrar, esos que ahora ya han sido enviados al Tribunal Supremo por las compañías tecnológicas internacionales.
Pero hay alguien que desde luego sabe lo que en ellos puede haber. El propio Álvaro García Ortiz. ¿Le ha dicho ya a su jefe, pues este dejó bien claro que él era «su fiscal», lo que en ellos se puede encontrar? ¿Ha sido esa la «meditación» de estos días de ausencia y desaparición?