Trump y Sánchez: hasta aquí llegaron las aguas
La chulería del domingo por la tarde, solo ante la cámara oficial de televisión en Moncloa, soltando una arenga propia de un autócrata, contrasta con el silencio de Sánchez en Holanda donde no se atrevió a defender sus ideas
La expresión de «hasta aquí llegaron las aguas» es muy común en muchas partes del mundo sometidas a inundaciones. Pero dudo que haya ningún lugar con más señalizaciones de hasta dónde subieron las aguas que Venecia, desde donde escribo hoy intentando tomar unos días de descanso. Eso mismo de «hasta aquí llegaron las aguas» es lo que parece haberle dicho el presidente de los Estados Unidos a Pedro Sánchez después de amenazar con subir los aranceles a España.
Que Sánchez y Cuerpo no vieran esa posibilidad en el horizonte demuestra lo desnortado que está nuestro Gobierno. Es el arma que el presidente norteamericano emplea sin cesar desde que llegó a la Casa Blanca en este segundo mandato. Pero también deberían saber que el ser miembros de la Unión Europea no es garantía de protección total. En el primer mandato de Trump Estados Unidos subió los aranceles a la aceituna negra española y al vino francés. Y no me digan que se les ha olvidado porque sería todavía peor.
El Debate ha publicado una crónica de José Rosado con un titular especialmente pertinente en esta crisis: «El pacto de la OTAN sobre defensa costaría a España casi tanto como la deuda total de la Seguridad Social». Ésa es la génesis del problema. ¿No se han preguntado nunca por qué en España y otros países europeos tenemos una sanidad pública excelente y pagada íntegramente con nuestros impuestos mientras que en Estados Unidos todo el mundo necesita un seguro privado que la mitad de las veces no les cubre sus necesidades? Pues eso es lo que ahora se pone de manifiesto. Washington no quiere seguir pagándonos nuestra defensa y nosotros tenemos que decidir de dónde sacamos el dinero.
España no debe incrementar sus gastos en defensa porque alguien nos haga un chantaje. España debe hacerlo para proteger nuestros propios intereses. Que son los de todos los europeos. Y más nos vale mantenernos unidos porque España está logrando quedarse aislada.
No está de menos recordar la crisis de Perejil. Ante una agresión al territorio de soberanía española, Francia se puso a mirar hacia Rabat y gracias a que el Gobierno Aznar tenía la relación excepcional que mantuvo con Washington, el presidente Bush dejó caer la balanza de nuestro lado. ¿Se imaginan otra crisis hoy con Marruecos? No es que Francia y Estados Unidos sigan aliados con nuestro vecino. Es que en La Haya hemos dado la espalda al resto de la OTAN.
Ya lo dijo con mucha ironía Meloni al final de la cumbre: «España ha hecho como Italia y ha firmado lo mismo que 32». ¿Cómo creen ustedes que quedamos ante nuestros socios firmando algo que no tiene nuestro Gobierno intención de cumplir? Es muy difícil alcanzar el objetivo que se ha planteado. Sí. Y la revisión de cumplimientos se hará dentro de cuatro años. ¿Cómo lo va a poder hacer un nuevo Gobierno que llegue dentro de dos años si en los dos primeros no se aprueban unos presupuestos con estos objetivos claramente definidos?
La patética imagen de Sánchez en La Haya es un registro inequívoco de hasta dónde ha caído España. La chulería del domingo por la tarde, solo ante la cámara oficial de televisión en Moncloa, soltando una arenga propia de un autócrata, contrasta con el silencio de Sánchez en Holanda donde no se atrevió a defender sus ideas. Y tuvo la desvergüenza de firmar algo que no piensa cumplir. Esta es la imagen que va dando España por el mundo. Penoso.