Ruina en el mausoleo
Moscú sin momia es como Sevilla sin la Giralda, Madrid sin el Palacio Real y Barcelona sin la Sagrada Familia de Gaudí, aún no finalizada. Moscú sin momia es como el conservatorio de Badajoz sin el magistral compositor —La balada de las chirimoyas—, David Azagra
Con Antonio Burgos, José María Carrascal, Pepe Oneto y Manu Leguineche, rendimos respetuosa visita al mausoleo de Lenin, que sin alcanzar la maravilla del arte de Miguel Ángel, se considera en Rusia como la capillita Sixtina del proletariado. Media docena de soldados vigilan el sueño eterno del fiambre e impiden a los visitantes detenerse ante la urna.
Aquella mañana gélida, Lenin nos recibió muy bien vestido, porque le habían cambiado el traje de verano por el de invierno, y se sentía muy a gusto. El último en entrar fue Manu que tuvo que ceder su turno a una pareja de novios soviética de muy acentuada fealdad y con un penetrante olor a berza. Y Antonio Burgos, que se fijaba en todo, descubrió que los zapatos de Lenin eran de la marca española 'Gorila', detalle que nos hizo mucha ilusión. El bueno de Carrascal llevaba una corbata escalofriante, con aves del paraíso levantando el vuelo con fondo de selva virgen. Lenin tembló. Por su parte, la momia lucía una corbata de los cercanos 'Almacenes Gum', sitos en la Plaza Roja. Aquel año tocaba corbatas grises, que iniciaban un quinquenio de existencias. Nos entró la risa, la risa tonta, la risa floja, cuando Pepe Oneto puso en duda el origen del asesino de la familia Imperial. —Es idéntico a mi tío Julián, que no ha salido jamás de San Fernando—. Los guardias abreviaron nuestra estancia en el mausoleo, porque se puede llorar de emoción, pero no de risa. Fuera ya de la estancia, en el muro del Kremlin, yace con menos pompa Pepe Stalin, el simpático criminal, y a su lado, Gagarin, el primer astronauta, héroe de la Unión Soviética. Esto sucedió hace veinte años, aproximadamente.
En estos años, según parece, el mausoleo ha sufrido algún deterioro, y se ha anunciado su clausura hasta finales del año 2027. Ello ha ayudado a un alud de rusos-soviéticos que guardan cola durante horas para despedirse del finado cabrón. Más aún, cuando las autoridades de Moscú no garantizan que el mausoleo vuelva a abrir sus puertas. El tío Julián de Pepe Oneto es el único ruso que no ha protestado por el cierre del recinto. La momia ya no representa nada, pero se trata de un atractivo turístico innegable. Moscú sin momia es como Sevilla sin la Giralda, Madrid sin el Palacio Real y Barcelona sin la Sagrada Familia de Gaudí, aún no finalizada. Moscú sin momia es como el conservatorio de Badajoz sin el magistral compositor —La balada de las chirimoyas—, David Azagra, el cuñado de Begoña Gómez. Los cuñados, de cuando en cuando, dan disgustos. Se estrenaba en el Congreso don Antonio Maura, con su acento mallorquín, vapuleando a la oposición. Su aspecto, su barba blanca y su inteligencia se quedaron con el hemiciclo. Y un diputado preguntó: —¿Quién es el que está hablando? —Es Maura, el cuñado de Gamazo. —Pues muy pronto será Gamazo el cuñado de Maura. Esto lo cuento porque me da la gana, aunque no tenga que ver con el artículo.
Me ha sorprendido el anuncio de cierre del mausoleo leninista con una fractura de fémur. Y me quedo intranquilo, porque yo lo vi vestido de invierno y ahora usa ropa de verano, también de los 'Almacenes Gum'. Pero estará con los zapatos 'Gorila', que tienen que ser comodísimos en la vida y en la muerte. Por otra parte, ni Antonio, ni Pepe, ni José María, ni Manu pueden acompañarme. Me tendré que despedir del supravalorado cucufate por medio de este texto.
Gracias por habernos recibido con tanta moderación y buenas maneras Y que le den.