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Cosas que pasanAlfonso Ussía

La abuelita

La abuelita Carmela era igual de amorosa que de cabrona. Pero de eso no se enteró su única nieta y heredera Lorencina Pérez de Mingalera y Loréncez de Bustarviejo...

Act. 29 sep. 2025 - 08:26

La abuelita Carmela era amorosa. Se casó y su marido cayó en la guerra cuando había nacido su primer y único hijo. La abuelita Carmela era igual de amorosa que de cabrona. Pero de eso no se enteró su única nieta y heredera Lorencina Pérez de Mingalera y Loréncez de Bustarviejo.

Sucede que Lorencina ya tenía edad para el amor, y se prendó de un chulo de billares sin un euro y buscador de fortunas. Y se enfrentó a la abuela:

—Abuelita, he decidido casarme.

—¿Con quién?

—Lógicamente con mi novio.

—¿Qué profesión tiene tu novio?

—Va al gimnasio.

—¿Dinero?

—Ni un euro.

—Pues no te puedes casar con él.

—Pues me das la mitad de lo que me corresponde y renuncio al resto de la herencia y me caso porque es el hombre de mi vida.

—¿Cómo se llama?

—Ramón Pescado Barato.

—Si se llamara Ramón Pescado Caro, podría pasar. Pero Pescado Barato es imposible de soportar por nuestra familia.

—Nuestra familia somos tú y yo, abuela.

—Pues sobramos una.

La abuelita

Barca

La pobre Lorencina abandonó la casa de su abuela con mucha tristeza. Precisamente la abuelita, la persona a la que ella más quería –porque no conocía a muchas más–, la había cerrado las puertas del amor. Simultáneamente, la abuelita que era, como se escribe en ABC, de los años sesenta, una mujer de acrisoladas virtudes y pertenecía a 17 congregaciones. Su confesor, el Padre Páramo, solamente se dedicaba a ella, porque quería ser la abuelita mejor recibida en el cielo. Pero ese día, el Padre Páramo se mostró de mal humor:

—No puedo absolverla.

—Pues se queda sin limosna.

—Es muy grave lo que ha hecho.

—Pero es humano. Mire, Padre, se lo voy a decir con más claridad: Lorencina no sabe nada, porque es tonta, pero yo ya no sabía cómo ocultar esto. La novia de Ramón Pescado Barato soy yo, con lo cual Lorencina a lo más que puede aspirar es a ser nuestra nieta. Porque a mi ese tocho de hombre no me lo quita nadie

—¿Ha hablado ya con su nieta?

—Sí. He intentado explicarle todo y sólo me contestaba «zufuzú, zufuzuuú», y como no entiendo ese idioma, yo también le he contestado «zufuzú» y nos hemos despedido.

Reconocerán que la historia es despiadada y sumamente chocante. La humanidad es rara hasta para el aseo de la cara.

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