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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Cañita Brava canta mejor que Pavarotti

Solo un político amoral se atreve a dar unas respuestas como las que ofreció Sánchez ayer en su rueda de prensa desde Brasil

Act. 08 nov. 2025 - 16:55

Fue un desbarre completo. Fue como si Cañita Brava se lanza a dar una rueda de prensa, se pone estupendo y proclama muy seguro de sí mismo que él canta mucho mejor que Pavarotti.

La rueda de prensa de Sánchez desde Brasil fue un esperpento, que provocaría una risa sarcástica de no suponer un desinhibido insulto a la inteligencia de los españoles. Fueron las respuestas de un mandatario amoral, que hace mucho tiempo que se pone por montera la verdad, el sentido común y hasta el principio de realidad.

Con la habitual jeta de acero inoxidable, llegó a exigir elecciones ya en Valencia mientras él se niega a convocarlas cuando su Gobierno hace aguas por todas partes. Un mentirómano patológico, que preguntado por el portazo de Junts, respondió asegurando que España «vive uno de los mejores momentos de los últimos 45 años». Un bromazo, porque el país está institucionalmente roto, con la pobreza disparada –véase el informe de Cáritas de esta semana–, sin presupuestos y con un crecimiento inflado por un gasto público alocado que se cubre a deuda.

Un candidato que perdió las elecciones y que gobierna con los presupuestos de la anterior legislatura, incumpliendo claramente el espíritu de la Constitución. Un gobernante al que se le acaba de romper su mayoría parlamentaria y es un pato cojo incapaz de aprobar una sola ley. Un presidente asfixiado por la corrupción, que tiene emplumados en los juzgados a su hermano, su mujer, su fiscal y los dos últimos dirigentes de su partido. Un mandatario desacreditado ante los grandes países occidentales, que no se fían de él y ya lo dejan fuera de la sala cuando tienen que despachar asuntos de calado con Estados Unidos. Un presidente que le hace el caldo gordo a Hamás, Maduro y se está convirtiendo en el guiño de China en Europa.

Un figurón perdonavidas, que okupa el gobierno pero no gobierna. Un zombi político que camina altivo gustándose y que en lugar de convocar elecciones, que es lo que procedería en cualquier democracia en su situación, se atreve a anunciarnos que va a seguir ahí dos años más, «con presupuestos o sin ellos», sin hacer más que pasearse en el Falcon y mantener su implacable aparato de propaganda.

Un político alérgico a dar explicaciones al pueblo, que cuando le preguntan por los casos judiciales de su mujer, su hermano y su fiscal se limita a proclamar que «son inocentes», pues así lo ha decidido el autócrata frente al criterio de los policías y jueces que los han sentado en el banquillo a pesar de las tremendas presiones del Gobierno.

Fue una rueda de prensa más propia de un satrapilla estrafalario que de un dirigente occidental que se debe al público que lo elige. España no ha tenido suerte, porque en buena medida estamos ante un problema moral y psicológico. Los padres constituyentes no contaron con que alguien de tan pocos escrúpulos podría algún día llegar a okupar el poder aliándose con los más sañudos enemigos de España. Así que cuando el personaje empezó a desmandarse, resultó que carecíamos de un sistema de contrapesos para frenarlo.

Pero no pasa nada. Hoy es sábado. Cañitas, Netflix y futbol. A vivir el momento y pasando de la política (por no hablar del 30% que le votaría aunque atracase una gasolinera con una recortada, «porque hay que parar a la derecha»).

Manifestaciones y gritos contra Mazón. Manifestación por los cribados andaluces. Clamor televisivo contra «la ultraderecha» (que no es tal). Pero no verán una protesta en las calles contra un presidente que vulnerando el primer principio de toda democracia se está atornillando al poder cuando ha perdido la mayoría parlamentaria que lo faculta para seguir en él.

Si no es una autocracia, se le parece bastante, incluidas las dóciles –o acobardadas– preguntas de los periodistas de cámara que lo acompañan en sus giras internacionales.

Qué hartazgo ver a Cañita Brava haciéndose pasar por Pavarotti. Y que el bueno de Cañita, que es un santiño, me perdone la comparación con este oprobioso personaje.

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