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El astrolabioBieito Rubido

La democracia no se ganó en las calles

La democracia no hubiera llegado en aquel momento a España si no hubiese tenido don Juan Carlos la firme voluntad de que su reinado fuese el de una monarquía democrática. Por cierto, la única de las existentes que fue votada y ratificada por la ciudadanía, caso que no se da ni en el Reino Unido, ni en Suecia, ni en Países Bajos, por ejemplo

Act. 22 nov. 2025 - 15:30

Entre el abanico de falsedades que un buen número de periodistas de la llamada 'opinión sincronizada' difunde –esos que siguen a pies juntillas los argumentarios del Gobierno, que, curiosamente, se generan en la Moncloa, pero se distribuyen desde Ferraz– se encuentra la matriz de la idea de que la democracia en España llegó por la lucha en las calles. Otra mentira. Estos días se cumple medio siglo del fallecimiento –en su cama, por muerte natural y a los 82 años– de Francisco Franco, que gobernó este país durante 40 años. Queda ya para los historiadores el análisis detenido de lo que aquello supuso. Como también se encargarán de explicar y analizar la Transición democrática, un admirable tiempo político, poco frecuente en nuestra atormentada historia. Ahora quieren cambiarnos esa historia y, para ello, se le alquila a personajes como Preston el relato de lo que muchos vivimos. Yo era un joven universitario en aquellos días en Madrid y puedo asegurar que fuera de algunas (y muy escasas) manifestaciones que terminaron de manera infeliz, no es cierto que la calle fuera el escenario donde se libró la batalla por el proceso democrático.

La democracia a este país la trajo el Rey don Juan Carlos, sin cuya voluntad no hubiese tenido lugar tan ejemplar proceso. El arquitecto fue Torcuato Fernández-Miranda, que llevó «De la ley a la ley» ese trascurso histórico. Y el ejecutor fue un determinado y admirable Adolfo Suárez, que venía de ser ministro secretario general del Movimiento. Es decir, que fueron las élites del franquismo las que pusieron en marcha un tiempo nuevo y democrático. A ellos se sumaron después los dirigentes de partidos de la izquierda, algunos de los cuales habían estado desaparecidos durante años, y otros se hicieron de izquierdas de manera repentina.

La democracia no hubiera llegado en aquel momento a España si no hubiese tenido don Juan Carlos la firme voluntad de que su reinado fuese el de una monarquía democrática. Por cierto, la única de las existentes que fue votada y ratificada por la ciudadanía, caso que no se da ni en el Reino Unido, ni en Suecia, ni en Países Bajos, por ejemplo. Al votarse la Constitución de 1978, primero en el Congreso y después en el Senado, y ya más tarde en el referéndum de ese mismo año, los españoles dijeron 'sí' abrumadoramente a la monarquía democrática que representaba el Rey Juan Carlos I de España.

La generación de la Transición, la de la concordia, la del consenso, la que, en definitiva, trajo la democracia a nuestra nación, fue educada y formada durante el franquismo. La que ahora cuestiona el admirable proceso de alumbramiento de un tiempo de libertad –y se quiere cargar nuestra democracia– ha sido educada hace apenas unos años. Algo hemos hecho mal.

Concluyo recordándoles a muchos de la 'sincronizada' que la historia y la memoria no se cambian con un decreto o porque lo apruebe el Congreso de los Diputados. La Historia no la cambia ni siquiera Dios. Y, efectivamente, en el régimen de Franco se construyeron cinco millones de viviendas, se protegió al trabajador, se construyó el más amplio y eficaz sistema de embalses y pantanos para combatir la pertinaz sequía y nació la clase media que, en 1975, se puso mayoritariamente al lado del proceso que tal día como el de hoy de hace cincuenta años, comenzó con la instauración, que no restauración, de la Corona en la persona de Juan Carlos. Por tanto, no fue en la calle donde se ganó la democracia. Los que lo vivimos, lo sabemos. A los más jóvenes que no os engañen. Fueron unas élites políticas que hoy, desgraciadamente, no poseemos.

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