¿Se lucró Begoña Gómez y por tanto Sánchez con el rescate de Air Europa?
La pregunta que ellos no quieren que les hagan debe ahora machacarles los oídos
Seguramente Air Europa merecía ser rescatada: es una gran empresa, cubre un servicio objetivo, sufrió las consecuencias de una decisión política tan traumática como cerrar su actividad durante la pandemia y además podía devolver el crédito. Nada ganábamos, pues, con el desplome de una compañía estratégica, que es como se definía a las aspirantes a recibir ese respaldo financiero del Estado para sobrevivir: era por ellas, pero también por nosotros, como también ocurrió en el pasado, por mucha rabia que nos dé darle flotadores a quienes a menudo nos asfixian.
También eran imprescindibles las mascarillas, los túneles o los hidrocarburos y, sin embargo, en todos esos casos hemos constatado anomalías, ilegalidades o delitos: la corrupción no tiene que ver con el objeto sobre el que se produce, sino sobre el beneficio espurio que genera a quienes intermedian para encarecer el producto, reducir los plazos o seleccionar al beneficiario.
En Belate seguramente eran necesarios los famosos túneles, pero solo la presencia a escondidas de Santos Cerdán explica que se eligiera para hacerlos a la UTE entre Acciona y Servinabar, de la que el propio secretario de Organización del PSOE era copropietario, mediante contrato privado con su socio y mediador ante el PNV y Bildu, Antxón Alonso, en una escandalosa mezcolanza de negocios políticos y económicos que incluso explican quién y cómo gobierna fraudulentamente en España.
Con Air Europa la sospecha es la misma: que algo justo y necesario solo fuera posible, o se acelerara, porque sus propietarios pagaron a terceros por desbloquear la operación. Y son muy abrumadores los indicios al respecto, nunca aclarados por los afectados y su coro de meretrices, siempre dispuesto a responder a toda sombra sanchista con la consabida apelación a la conspiración judeomasónica de jueces fachas, periodistas buleros y policías patrióticos.
Lo cierto es que Aldama era el profesional contratado formalmente por la empresa para gestionar la operación. Lo cierto es que, cuando el asunto no avanzaba, habló con el entorno de Ábalos para que Begoña Gómez interviniera y el Gobierno desbloqueara todo. Lo cierto es que, milagrosamente, todo se desbloqueó a continuación. Lo cierto es que Begoña Gómez mantuvo reuniones en todo ese tiempo con el propietario de la compañía, viajó al extranjero con el cónsul de la misma y fue patrocinada por una filial de Air Europa.
Y lo cierto es que ahora, quien entonces era ministro de Transportes e impulsó el rescate junto a María Jesús Montero, la gran tapada en todo esto, señala a la esposa del presidente, ya marcada por cinco imputaciones perfectamente argumentadas por el juez Peinado, digan lo que digan sus linchadores, meros mercenarios de su triste jefe de filas.
La mera presencia del nombre de un familiar del presidente en una operación millonaria ajena a sus funciones, que son inexistentes en el ámbito público, ya sería suficiente en cualquier país civilizado del mundo para hacer caer a un Gobierno o, cuando menos, para exigir explicaciones que en este caso no se han dado: en la España de Sánchez, es él, y con él sus mercenarios, quien señala al juez, al periodista o al guardia civil, como si la mera pregunta fuera un acto de traición y la rendición de cuentas por su parte una injerencia intolerable.
Más allá de rumores irreproducibles sobre las amistades de los Sánchez/Gómez con Hidalgo, el hijo del laborioso fundador de un emporio muy meritorio, lo sustantivo es que mientras el presidente del Gobierno hundía la economía nacional con un cierre total de sus empresas; su esposa viajaba con Aldama, intimaba con Hidalgo y recibía financiación para su cátedra, por modesta que fuera. Y que el ministro responsable de todo ello, antes de entrar en prisión, ha puesto el acento en todo ello.
Así que la pregunta es procedente, especialmente en este lodazal infame, de comisionistas, mordidas, adjudicaciones a dedo y empresas pantalla: ¿Ha cobrado Begoña de Air Europa o de cualquiera de sus filiales? O mejor aún, para evitar atajos y trucos contables: ¿Puede enseñar de una vez la esposísima su declaración de bienes, renta y patrimonio, tal y como aconseja la Comisión Europea, para evitar que los dirigentes políticos utilicen a familiares para beneficiarse ellos mismos? Son dos preguntas sencillas que Sánchez, por lo que sea, no se atreve a responder.