Monarquías diferentes

Estos días por causa del fallecimiento de la Reina Isabel II de Reino Unido estamos asistiendo a un extraordinario despliegue informativo sobre los actos propios de sus funerales. A los españoles, normalmente poco conocedores de las normas de comportamiento, de su protocolo y de las formalidades de los británicos, nos llama la atención el formalismo que se desprende de todo ello. Desde el riguroso luto de todos los diputados, hasta el respeto de la población, pasando por los honores rendidos por los ejércitos.

En España, país de anarquistas según recientes declaraciones de la exministra Carmen Calvo, ha sido tal la atención prestada por los medios de comunicación sobre la fallecida reina británica, que parecería más bien que tendemos a la Monarquía, si no fuera por diputados que se obsesionan por demostrar lo contrario, dando veracidad con sus declaraciones al refranero español, «cree el ladrón…», sobre todo si tal diputado ya ha sido condenado. Es evidente que somos diferentes, por ejemplo, la bandera que cubre el féretro de Isabel no es la del Reino Unido sino la de su linaje, los Windsor, mientras que nosotros no consideramos más que la bandera nacional para tales eventos. Otra curiosidad, los barcos de la Armada británica son de Su Majestad, Her Majesty Ship, no del pueblo, a diferencia de los nuestros.

En todo caso, y a pesar de las diferencias entre ambas sociedades, lo que debemos tener presente en ambos casos es el respeto que se merece la institución, la Monarquía, y en nuestro caso hacer que se cumpla, seamos monárquicos, republicanos o anarquistas, por mandarlo así las leyes, pues se trata de un símbolo que nos representa a todos.