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19 de abril de 2024

Cartas al director

La Navidad

Se agradece que el calendario nos dé una pausa. Que en Navidad la actividad se detenga, para empacharnos con la cena cuando no hay quien se acabe la cena, entre unos y otros con copas sin fundamento, y sopas del lenguaje sin fuerza, que es lo más parecido a un gobierno lleno de identidades sin ideas. Es bueno que, entre tanto caos encontremos cosas buenas por Navidad, es necesario que haya algo que cambie que sepamos comprender que solo hay avance si se toma de referencia la poesía.
Eso es Navidad, un punto de encuentro congelado, una enmienda a la totalidad. Conviene por lo tanto, que veamos solo belleza. Y solo se ve con la poesía que nos dejó un poeta, que vivió con intensidad y devoción la Navidad. Ese fue san Juan de la Cruz.
Preparaba con devoción el adviento, pero llegada la Navidad se le iluminaba la cara y quería que el nacimiento del Niño y el regocijo inundase la vida de los fieles. Ese espíritu sigue perdurando hasta nuestros días, rige todavía su celebración, la que nos da la tregua. Lo mismo que sus poemas. El primero pidiendo posada.
«Del verbo divino la virgen preñada, viene de camino ¡si le dais posada!»
Así despertaba san Juan con tan tiernas palabras a quienes fuesen los huéspedes que la pedían, de la cercanía del parto de la mujer del tiempo que hacía y hora que era.
Fray Juan también se desataba con un Niño Jesús en sus brazos, cantándole una copla «a lo divino».
«Mi dulce y tierno Jesús, si amores me han de matar ¡ágora tienen lugar!»
También el poeta aborda dos temas que confluyen en el misterio de la Encarnación. El primero es el de esposa y madre de Dios, de María. María fecundada por el Espíritu Santo va a dar a luz al mismo Dios.
«Ya era llegado el tiempo en el que nacer había, así como desposado de su tálamo salía, abrazado con su esposa que en sus brazos la traía, al cual la graciosa Madre en un pesebre ponía, entre unos animales que a la sazón allí había». Parece muy oportuno recordarlo en estos días en los que el consumo lo invade todo, la alegría de la Navidad es la de la Encarnación.

Máximo de la Peña Bermejo

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