Cartas al director
Consulta a ciegas
Espero una hora, ha habido suerte, y entro en la consulta de mi médico de cabecera, en expresión tradicional. Estoy allí por los resultados de la analítica que me hicieron en el hospital cuando mi médico, hace unos días, me derivó a urgencias. Mira el galeno atentamente la pantalla de su ordenador, que yo no alcanzó a ver, y me dice animoso «bueno, pues todo bien». Le hago notar que todo todo, no. Entonces me confiesa, con naturalidad, que tiene un problema informático y no está viendo nada. Llama a informática y ahí se ponen a comentar, conmigo de farola, en un euskera fluido.
Yo soy castellanohablante, así que quedo excluida, como corresponde. Cuando vuelve a nuestra lengua común, le comento el diagnóstico que traigo de casa porque he sido muy mala y he mirado en Google. Le encanta el diagnóstico y lo hace suyo. Escribe y escribe lo que le parece. Lo que ella escribe goza de presunción de veracidad y profesionalidad. Lo que diga el paciente se lo lleva el aire, total ya saben que la mayoría somos mentirosos compulsivos, incultos y muy molestos. ¿Para cuándo cámaras y sonido en las consultas médicas? O poder leer y firmar tu historia clínica. Lo que pasa en la consulta se queda en su ordenador. Soledad