Cartas al director
Ser comunista: el divorcio de teoría y práctica
Tras la comparecencia del pasado martes en la que Sánchez dio cuenta de las próximas inversiones en defensa – por mucho que use largas paráfrasis eufemísticas – de manera inmediata Yolanda Díaz, vicepresidenta y líder de Sumar, abanderó el discurso oficial del sector más comunista del gobierno calificando dicha inversión de excesiva e innecesaria.
Tras ello, Enrique Santiago y buena parte de Izquierda Unida han puesto sobre la mesa la posibilidad de romper con el ejecutivo, una decisión que, aunque sean comunistas, sería honorable en tanto en cuanto asistiríamos por vez primera a un sector político cumpliendo con su palabra.
Ahora bien, Díaz, que es una comunista de todo a cien, de esas que no ha leído a Marx o a Engels y su ideología política no se basa sino en cuatro eslóganes de marquesina barata para contentar a quienes compran un pescado caducado como es el comunismo en pleno siglo XXI tras más de cien millones de muertos, ha salido rápidamente a evidenciar cuál es su verdadero posicionamiento en esta materia y es que una cosa es la teoría y otra bien distinta la práctica: condenar el militarismo – occidental, claro, nunca el ruso de Putin, por ejemplo – está bien, pero si dicha condena implica la salida del ejecutivo y dejar de trincar…pues tampoco está tan mal.
En sus planes, ha manifestado, no está salir del gobierno, una postura que bien podría ilustrarse con un verso de Góngora y es que «ande yo caliente, y ríase caliente» o, si se prefiere, «estos son mis principios: si no les gustan, tengo otros», según afirmó el célebre Marx, el bueno, claro, no el otro.