Cartas al director
El culebrón del verano
Pedro Sánchez reunió a su ejecutiva para intentar paliar los efectos nocivos de la «banda del Peugeot» con unos cambios superficiales en la dirección del partido hasta el congreso federal, y después compareció en Ferraz, a las 5 de la tarde y sin comer, para arremeter contra PP y Vox presentándoles como partidos profundamente corruptos, «la peor oposición de la historia democrática», colocándoles siempre en el mismo plano.
Ni una palabra de autocrítica, como si Ábalos, Cerdán y Koldo fueran unos personajes que circunstancialmente «pasaban por allí», por las altas esferas del partido y del gobierno. Solo utilizó el presidente un tono duro, para expresar su «repugnancia» e «indignación» por los comentarios zafios y machistas que recogían los audios.
Frente a eso, elogios desmedidos al partido que ha actuado en España con la mayor transparencia, que no tapa la corrupción como han hecho PP y Vox, un partido que es «una organización limpia», ejemplo de transparencia, el que mejor controla sus cuentas … Cuesta creer que Pedro Sánchez sea capaz de hacer una interpretación tan falsa, tan sesgada, tan mendaz de lo que ocurría en su PSOE en los últimos años. De lo que ocurría ante sus ojos, con sus colaboradores más cercanos protagonizando escándalos que iban mucho más allá de la corrupción. El último cesado o dimitido, el que no consideraba su número tres la ministra de Hacienda, y que apoyó sin fisuras hace una semana. Y sigue la rueda, van cayendo peones. ¿Hasta cuándo?