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Cartas al director

Virtudes olvidadas

En el núcleo del cristianismo están las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Fe en Dios-Padre creador del mundo, fe en su palabra encarnada en Jesús de Nazaret que nos enseñó como comportarnos para hacer el bien y evitar el mal, y fe en el Espíritu Santo, esa fuerza espiritual inagotable que Dios puso en el interior de todo ser humano, que le impulsa a hacer el bien. Esperanza en alcanzar, al final de nuestra vida, la Paz en plenitud en la Gloria Eterna. Caridad con nuestros semejantes a través de las obras de misericordia corporales y espirituales y respeto a nuestro mundo.

Sin embargo, apenas se prodiga la enseñanza sobre el valor de las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. De ellas nacen cualidades humanas muy valiosas como honradez, bondad, compasión, misericordia, respeto, paciencia, generosidad y compromiso con los débiles. No se valoran como referentes morales en buena parte de la sociedad. No hay más que echar una mirada a los líderes de este mundo para darnos cuenta de que en una inmensa mayoría carecen de estas virtudes, a pesar de que debieran dar ejemplo. Una notable excepción, que reunía las cuatro, fue el fallecido expresidente de Uruguay, José Múgica. Cuán diferente sería nuestro mundo si se tuvieran en cuenta tanto en nuestro pensamiento, palabras u obras.

José María Ugarte

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