Cartas al director
Chantajes
Es sabido que jamás hay que ceder al chantaje: el chantajista es insaciable, y siempre va a seguir exigiendo más, hasta que inevitablemente se llegará a un punto en el que el chantajeado no podrá ceder a las exigencias del chantajista, y entonces se vuelve al punto inicial, en el que se rompen las relaciones, pero el chantajista ya se ha cobrado su botín que nadie le podrá arrebatar. Pedro Sánchez, para mantenerse como presidente del Gobierno está sometido a un chantaje continuo por sus socios de investidura.
Veamos: 1) Puigdemont exige la transferencia de competencias sobre inmigración a Cataluña; 2) los separatistas catalanes consiguen los indultos por los delitos cometidos; 3) Turull chantajea al Gobierno, diciendo: si no hay referéndum en Cataluña: «Colorín colorado…»; 4) catalanes y vascos chantajean al Gobierno para que en el reparto de inmigrantes menores no acompañados (MENAS) por las diversas comunidades autónomas, la mayoría se distribuyan entre Madrid y Andalucía, mientras que a Cataluña y País Vasco no vaya prácticamente ninguno; 5) financiación singular de Cataluña, ése es el precio a pagar a Esquerra Republicana de Cataluña; 6) ley de amnistía es lo exigido por Puigdemont; 7) transferencias de competencias de la seguridad social al País Vasco, es lo exigido por el PNV si Sánchez quiere seguir en la Moncloa . . .
Está claro que esto va a seguir así hasta que termine la legislatura. Hubo un tiempo, en que el chantaje estaba reservado a los terroristas, mafiosos, secuestradores, delincuentes y gente de mal vivir; ahora parece que a esos grupos se han unido otros de distinto pelaje, al que cede Sánchez fácilmente con lo que no es suyo, es decir: el chantaje a Pedro, lo pagamos entre todos los españoles. Esa es la diferencia entre un tipo de chantajistas y otros, y entre un chantajeado y otros.