El amigo americano

EE.UU. ha sido durante años el enemigo de parte de los europeos, mientras la URSS era lo contrario. De ahí, que se hablara del imperialismo yanqui, de las perversas multinacionales, en comparación con los logros de la revolución soviética y su defensa de los pobres.

Se voceaba: «yankis go home» para erradicar las bases militares de EE.UU. en España, pero se acogía con los brazos abiertos y deducciones fiscales a la multinacionales de allí, aquí establecidas. El resultado del referéndum fue: «De entrada en la OTAN, sí», por poco. Si somos Occidente en lo económico, ¿no vamos a serlo en lo militar?

Ser el policía del mundo es caro, aunque se pague con dólares y EE.UU. ya no es tan grande, por mucho que le pese al nacionalismo americano de Trump.

Con la caída del muro se descubrió el socialismo real. ¡Menuda diferencia la realidad con la fachada! La URSS perdió la absurda carrera de armamentos. Con Putin se acaba en la práctica la corta democracia rusa, como pasó con Lenin en 1917, y vuelve el nacionalismo ruso a intentar superar la humillación de la pérdida de dicha carrera.

Lo que EE.UU. ha hecho por Europa en las dos guerras mundiales, parece que no lo repetirá. Los europeos nos tendremos que defender solos. Esa parte de los europeos suspirará por el negado apoyo norteamericano.

Ahora bien, ¿quién es nuestro amigo y quién nuestro enemigo? Probablemente ni EE.UU. ni Rusia son amigos ni enemigos. Aceptemos ser pequeños dentro de un Occidente decadente. ¿Podemos dejar de ser aliados? ¿Podríamos salirnos de la OTAN?¿Qué pasaría?