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07 de mayo de 2024

Editorial

El PSOE entrega Navarra a Otegi

La irresponsabilidad de Sánchez en el Viejo Reino preludia los desperfectos que puede causar en toda España su entrega al independentismo

Actualizada 01:30

Navarra volverá a tener un Gobierno presidido por una perdedora, la socialista Chivite, condicionada por dos partidos ideológicamente antagónicos (las marcas locales del PNV y de Podemos) e intervenido por Bildu, sin cuya abstención nada de ello sería viable.
El retrato de lo que puede ser España si Sánchez logra su investidura con parecidos mimbres lo tenemos en el viejo Reino de Navarra, crucial para entender la historia española y hoy, lamentablemente, sumido en una deriva abertzale que entrega su rumbo, nada menos, a la formación heredera de Batasuna.
Había otra alternativa, bien razonable, que el PSOE ha desechado de manera sistemática, ocultando su verdadero plan hasta después del 23J. Hubiera bastado con que los socialistas pactaran con UPN, anteponiendo la defensa de la Navarra constitucional a sus ambiciones de poder, a cualquier precio.
Pero eso no va a pasar. El PSOE sí acepta el auxilio del PP para gobernar el Ayuntamiento de Barcelona, como el PNV lo hace en Vitoria por idénticas razones, pero es incapaz de hacer lo propio para ahuyentar el evidente peligro nacionalista.
Los navarros no han votado masivamente a una dirigente socialista intervenida por tres frentes, a cual más demagogo; como los españoles no lo han hecho tampoco a favor de una alianza artificial entre Sánchez, Díaz, Otegi, Junqueras e incluso Puigdemont.
Que la aritmética legalice todas esas alianzas contra natura no significa que sean legítimas, pues la política ha de guiarse por los principios, aceptar líneas rojas y no servirse de la mera aritmética para contradecir a los propios ciudadanos.
Los navarros, sin duda, preferirían un entendimiento de los partidos constitucionalistas; pero van a tener que aceptar un pacto de perdedores construido en torno a la codicia política de María Chivite y la voracidad separatista de Bildu, que permite la conformación de Gobierno para exprimir al máximo su delirio soberanista, construido sobre el mito de que Navarra forma parte de la Euskal Herria imaginaria que defienden.
La irresponsabilidad de Sánchez, y de todo el PSOE, es manifiesta: alimentar la deriva abertzale en la Comunidad Foral presagia la consolidación de un problema político nacional de primer orden para los próximos años. Y preludia los estropicios que vamos a ver en la nación. Probablemente, si esa misma forma se aplica para lograr la investidura como presidente del Gobierno.
Navarra, en fin, no es una triste excepción. Es el sangrante indicio de lo que puede pasar en toda España.
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