Fundado en 1910

05 de mayo de 2024

En Primera LíneaMarcelino Oreja Aguirre

Entre la memoria y la esperanza

Vivimos tiempos confusos y difíciles en los que es más urgente que nunca «Elevarse para ver claro», como pedía Teilhard de Chardin. La participación y la contribución de las personas a la gobernanza pública requieren medios de comunicación creíbles y comprometidos

Actualizada 08:26

Hace unos meses me vinieron a ver Bieito Rubido y Ramón Pérez-Maura. El motivo de su visita era presentarme un proyecto que la Junta Directiva de la Asociación Católica de Propagandistas –de la que soy vicepresidente– iba a examinar unos días más tarde.
Confieso que me embargó una enorme emoción cuando me contaron que su propósito era volver a editar el diario El Debate, un periódico de cuya existencia tuve noticia desde mi temprana juventud y que constituyó el medio que durante años utilizaron los miembros de la Asociación Católica de Propagandistas, liderados por don Ángel Herrera Oria, para influir en la vida pública española.
Volvamos la vista atrás: el primer número de El Debate salió a la calle el 1 de octubre de 1910 y pronto adquirió un gran prestigio. En octubre de 1911 se anunció que la empresa que publicaba el rotativo católico «La Gaceta del Norte» había comprado El Debate, iniciando una nueva línea editorial. El 1 de noviembre de ese año comenzó lo que podríamos denominar «la refundación» de El Debate.
La Editorial Católica fue fundada por don Ángel Herrera el 23 de noviembre de 1912. Su primera publicación fue el diario El Debate que, como he mencionado, existía desde un año antes y al que se fueron sumando otras cabeceras tales como «La Verdad» de Murcia, el «Ideal Gallego», el «Ideal» de Granada, el «Hoy» de Badajoz, el «Diario Regional» de Valladolid y el semanario «Dígame».
El proyecto se completó con la Escuela de Periodismo de El Debate en 1926 cuyo objetivo radicaba en «formar mejores periodistas que hagan mejores periódicos y sirvan mejor a la Iglesia y a su Patria». Ese propósito se aplicaba también a la agencia de noticias «Logos», que llegó a convertirse en una de las compañías especializadas más importantes de España y pionera en utilizar el teletipo para sus comunicaciones.
La labor periodística se completó con la creación de una editorial que publicó la prestigiosa colección «Biblioteca de Autores Cristianos», conocida como la BAC.
Los comienzos de El Debate no fueron fáciles. El nuevo periódico no estuvo exento de polémicas, incluso entre los propios católicos, debido entre otros motivos a la complicada situación política de principios del siglo XX.
El periódico, que fue en su día un diario anclado en los modelos decimonónicos donde predominaban los artículos de opinión sobre la información, pronto se modernizó convirtiéndose en cabecera de referencia por su contenido informativo, basado en los principios de calidad y buenas colaboraciones sin olvidar en ningún momento su misión fundamental que era la defensa y divulgación del catolicismo.
La idea central de don Ángel Herrera Oria era el ejercicio del apostolado seglar con obediencia a la jerarquía, pero desde iniciativas que podían abarcar los más diversos aspectos de la actividad humana. Preconizaba un catolicismo abierto que no rehuía la intervención en la política y daba gran importancia al diálogo con pleno respeto a la diversidad de opiniones. Frente a «la fe del carbonero», se trataba de convencer por la vía de la razón.
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Desde 1919, El Debate comenzó a publicar una serie de artículos destinados a analizar los diversos partidos de derecha entonces existentes, con una conclusión palmaria, que no era otra que la necesidad de fundar un partido que aglutinara todas las fuerzas que compartían idénticos valores. Así nació el Partido Social Popular, al tiempo que El Debate continuó creciendo y su prestigio aumentando, lo que se tradujo en tiradas de hasta 400.000 ejemplares diarios, cifra alcanzada en 1933. El éxito se debió al cuidadoso plan empresarial trazado por don Ángel Herrera que incluía como ejes fundamentales el desarrollo de la organización, la formación humana y el análisis de empresas periodísticas de renombre internacional.
He expresado antes mi emoción cuando escuché por boca de Bieito Rubido y Ramón Pérez-Maura el proyecto de «resucitar» El Debate en soporte digital. En ese sentimiento latía un motivo muy íntimo. Mi padre, Marcelino Oreja Elósegui, al que no conocí, tuvo unos primeros contactos con la ACdP desde principios de los años 20. La Confederación de estudiantes católicos que acababa de crearse se presentó por primera vez al público en un mitin que se celebró en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 13 de mayo de 1920. En él intervinieron Fernando Martín-Sánchez, el catedrático de derecho internacional José Yanguas Messía y Marcelino Oreja Elósegui. La noticia apareció publicada al día siguiente en la primera página de El Debate, con un titular a seis columnas que decía: «Se celebra con gran éxito el mitin de estudiantes católicos». En su intervención Marcelino Oreja reflexionó sobre la degradación política a la que se había llegado y la importancia de formar generaciones instruidas para defender los principios y valores católicos en la vida pública.
En 1924 recibió la medalla de la Asociación Católica de Propagandistas y a partir de aquel momento, don Ángel Herrera decidió prepararle para un puesto de máxima responsabilidad: la gerencia de El Debate y de la Editorial Católica. Para estar en condiciones de llevar a buen puerto las tareas encomendadas decidió enviarle a Nueva York para ampliar su formación, para que pudiera estudiar el funcionamiento de las redacciones de los periódicos más destacados de la costa Este de Estados Unidos y con la misión de establecer relaciones con medios de comunicación de mayor prestigio en América.
Oreja, que había comenzado a trabajar poco antes en Obrascón, no dudó en aceptar el encargo de don Ángel Herrera junto al también propagandista Francisco de Luis y el sacerdote Manuel Graña, cruzaron el Atlántico y permanecieron durante año y medio visitando las empresas periodísticas más importantes. La experiencia americana fue fecunda, como lo prueba el éxito de tirada e influencia cosechado por El Debate en los años siguientes. Siempre pensé que era necesario un medio de comunicación que, desde el respeto a las opiniones divergentes, tuviera como referencia los principios del catolicismo. En el pasado reciente, el diario «Ya» cumplió en buena medida esa función. Recuerdo cómo en sus páginas, el grupo Tácito contribuyó a sentar las bases de la reconciliación y la concordia desde los valores del humanismo de raíz cristiana y que de forma admirable se recogieron en la constitución de 1978.
Hasta aquí la memoria de lo que implicó y supuso históricamente El Debate en la vida española.
Junto a la memoria, la esperanza. Vivimos tiempos confusos y difíciles en los que es más urgente que nunca «Elevarse para ver claro», como pedía Teilhard de Chardin. Junto a las vivencias personales, siempre insustituibles, la participación y la contribución de las personas a la gobernanza pública requieren medios de comunicación creíbles y comprometidos. Conozco la trayectoria y las convicciones de los promotores de la versión digital de El Debate encabezados por el presidente de la ACdP, Alfonso Bullón de Mendoza, y no tengo duda alguna sobre su línea de continuidad con aquella hermosa iniciativa ya centenaria de don Ángel Herrera. Por ello, con profundo agradecimiento y con esperanzadora alegría quiero desearles la mejor de las suertes en esta singladura que hoy comienza.
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