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25 de abril de 2024

EN PRIMERA LÍNEAGonzalo Cabello de los Cobos Narváez

Hoy el sol sale por Sol

Salta a la vista que José Luis Martínez-Almeida no es una de esas personas que juegan a la política para beneficiarse de ella y se nota que tiene buenas intenciones. Lo único que creo es que está eligiendo mal a sus compañeros de recreo

Actualizada 19:37

El alcalde de Madrid se está equivocando. Desde que ganó las elecciones ha tomado una serie de decisiones que han comenzado a gravar su imagen. Cuando comenzó a gobernar Madrid en 2019, hubo voces, siempre las hay, que vaticinaban que José Luis Martínez-Almeida era la persona ideal para gobernar no solo Madrid, sino también España y quizá el universo. Se trataba de un personaje simpático e inteligente que rápidamente consiguió ganarse el corazoncito de la mayoría de los madrileños. Las mamás y lo papás se partían de la risa cuando salía a hablar por televisión y los abuelos y las abuelas pensaban que era una pena que «este chico que vale tanto esté soltero». Todo era buena prensa y, francamente, resultaba muy difícil no sumarse al entusiasmo generalizado. Creo que, hasta el propio alcalde, gobernando en minoría, llegó a pensar en algún momento que dirigir Madrid no iba a ser para tanto. Más tarde la realidad le dio un tirón de orejas.
Su primera equivocación, antes de ser elegido, fue declarar de forma contundente que en cuanto llegara a la alcaldía derogaría la medida estrella de Manuela Carmena: Madrid Central. Por supuesto, una vez llegó a Cibeles, el alcalde se dio cuenta de que cumplir su promesa electoral iba a ser tarea imposible. Ciudadanos, en la figura de la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, tenía que hacerse notar de alguna manera y no iba permitir que Martínez-Almeida cumpliese su principal promesa. Por eso, el alcalde, en un intento de apaciguar el ánimo de sus votantes, consiguió que el Pleno del Ayuntamiento aprobara en septiembre de 2021 su propio Madrid Central cambiando un plan por otro y rebajando ligeramente las exigencias de acceso a comerciantes y vehículos. Un premio de consolación que no ha convencido demasiado.
Y mientras el culebrón de Madrid Central pasaba a la historia, otro mucho más relevante comenzaba a pergeñarse. Supuso para mí la coronación del alcalde en el paraíso de los cándidos, en su acepción de «ingenuo» y su segundo gran error. Cuando Isabel Díaz Ayuso planteó su intención de presidir el PP madrileño, la maquinaria nacional del PP se puso en marcha para evitar que lo consiguiese. Y en ese conglomerado de envidias, celos y lucha de poder fue precisamente el alcalde de Madrid el que, injustamente según mi parecer, salió peor parado. El alcalde, instigado probablemente por algunos malos consejeros, insinuó que a él también le gustaría postularse sin, estoy convencido, desearlo realmente. Y ahí comenzó la tragedia. ¿De verdad el alcalde de Madrid no se paró a pensar en las implicaciones políticas que tendría un movimiento de esta índole? Su error no fue el de insinuarse respecto a la presidencia de la Comunidad de Madrid, estaba en su derecho de hacerlo, su principal error político fue hacer caso a los sembradores de cizaña que, con sus consejos previamente adulterados, consiguieron que, con una sola frase del alcalde, se resquebrajara el poderosísimo tándem político que había formado junto a Isabel Díaz Ayuso.
ilustración: Almeida

Lu Tolstova

Y, por último, el pasado 25 de enero, el alcalde cometió el tercer gran error cuando el Pleno del Ayuntamiento de Madrid aprobó la nueva Ordenanza de Terrazas con votos a favor del PP, Ciudadanos y tres concejales tránsfugas de la izquierda radical de Manuela Carmena, (socios también en la aprobación del «nuevo» Madrid Central). Una ordenanza que favorece a la hostelería en detrimento del descanso y el espacio público de todos los madrileños. Para que se hagan una idea de lo que estoy diciendo, esta nueva normativa permite que las terrazas que quitaron plazas de aparcamiento tras los meses duros de la pandemia (entonces sí estaba justificado), instaladas en todo Madrid para ayudar a la hostelería a salir adelante, permanezcan en su sitio hasta, por lo menos, finales de 2023.
Una vez más, la instigadora de esta normativa ha sido Begoña Villacís, la cual se mostraba muy ufana en Twitter asegurando que gracias a esta gestión se han salvado 6.000 puestos de trabajo. Lo que se le ha olvidado mencionar a la vicealcaldesa es que todas esas plazas de aparcamiento que las terrazas han extirpado a los madrileños equivalen a miles de minutos destinados por los ciudadanos a buscar un hueco para su coche. Me puedo imaginar las palabras amables que los vecinos dedican al equipo de Gobierno cuando llegan a su casa después de trabajar y tardan una hora en encontrar un hueco. Por no hablar de las molestias que supone para los madrileños la proliferación absolutamente descontrolada de las terrazas.
Como era de prever, gran cantidad de asociaciones vecinales de la capital se han unido contra esta nueva ordenanza. La gente enfadada no vota con la cabeza. Y los vecinos de Madrid son muchos más que los hosteleros. Es de primero de democracia.
En definitiva, José Luis Martínez-Almeida se encuentra en un brete. Salta a la vista que no es una de esas personas que juegan a la política para beneficiarse de ella y se nota que tiene buenas intenciones. Lo único que creo es que está eligiendo mal a sus compañeros de recreo. Todavía está a tiempo de rectificar y terminar la legislatura tal y como la comenzó. Debería ser consciente, como así lo son la mayoría de los votantes del PP, de que hoy el sol sale por Sol.
  • Gonzalo Cabello de los Cobos Narváez es periodista
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