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02 de mayo de 2024

En primera líneaPablo Calvo-Sotelo

Vasos comunicantes

Para romper con esta estructura perversa de los vasos comunicantes solo tenemos el camino de la alternancia política que lleve al PP al Gobierno de España

Actualizada 01:30

La Wikipedia nos dice que los vasos comunicantes es el nombre que recibe un conjunto de recipientes comunicados por su parte inferior, superior o lateral y que contienen un líquido homogéneo; se observa que cuando el líquido está en reposo alcanza el mismo nivel en todos los recipientes, sin influir la forma y volumen de éstos. Cuando sumamos cierta cantidad de líquido adicional, éste se desplaza hasta alcanzar un nuevo nivel de equilibrio, el mismo en todos los recipientes.
Es el llamado principio de Pascal estudiado en el colegio y que hoy se puede aplicar a la política española. El cambio de ciclo político (Bildu juega y todo vale) que supuso la moción de censura contra Rajoy en 2018 se inspiró en este concepto. Si pensamos que cada uno de los recipientes comunicados son los partidos políticos integrantes del nuevo Frente Popular (incluidos Junts y PNV); que el líquido homogéneo son los votos y que el líquido adicional son los votos nuevos por llover en uno u otro recipiente, entonces nos encontraríamos ante el principio de Sánchez. Al ser su creador, introdujo un matiz en la regla universal: el recipiente del PSOE no se somete del todo a las reglas de presión atmosférica por cuanto recibe siempre pero, a veces, no da. Por eso, está más lleno. Es el vaso comunicante Alfa. La idea es que el conjunto de la estructura sume siempre, al menos, un total de 176 escaños, con independencia de cuántos aporte cada uno en cada momento. Eso importa poco, son vasos solidarios. Podría decirse que nos encontramos ante un juego de suma cero con Sánchez de crupier en el que lo perdido por unos es ganado por otros bajo la premisa de que en el tapete siempre haya 176 o más fichas. A los integrantes de la mesa les une su idea de no España.
Hemos visto activada en las pasadas elecciones gallegas esta estrategia con un PSOE dejando disimuladamente más espacio al recipiente BNG. Las campañas y los pactos postelectorales de esta primavera estarán sometidos también a esta argucia: la formación en Cataluña y País Vasco de un gobierno u otro estará solo condicionada a los intereses generales del vaso comunicante alfa en su estrategia estatal. El altar monclovita de Sánchez no tendrá remilgos en sacrificar al PSOE en favor de los independentistas si con eso consolida su posición en el Gobierno de la nación.
ilustracion vasos comunicantes

Lu Tolstova

El clavillo del abanico de todo este tinglado es, como venimos diciendo, la idea de España como no nación, como mero artilugio jurídico opresor (Estado) frente a las verdaderas naciones (Cataluña, País Vasco, Navarra y Galicia) como acertadamente apunta López-Burniol en su ponderado artículo Inventario y balance de situación (notas para españoles). Como la idea de nación es abstracta, el clavillo del abanico ha sido pintado de verde hierba (Vox) pues es en esa formación donde los frentistas focalizan todos sus miedos y odios hábilmente inoculados en la ciudadanía. Este estaribel hace las veces de muro inexpugnable y presa protectora que guarece a los ciudadanos que están dentro de las aguas pantanosas, retrogradas, reaccionarias, involucionistas y pestilentes de una derecha española contumazmente empeñada en seguir creyendo en España como nación, en la vigencia de la Constitución de 1978 y en la Corona.
La resolución del problema de España como nación pasa inevitablemente hoy por dar salida al mal llamado conflicto catalán. En los manuales de Derecho, cuando toca analizar asuntos controvertidos donde ni siquiera la jurisprudencia es pacífica, su autor siempre hace referencia a tres posturas doctrinales contrapuestas (no falla, siempre son tres); dos están en los extremos y una en la calle de en medio. Pues aquí, en el asunto catalán, pasa lo mismo. Son las siguientes: 1.- La vía unilateral a través de una DUI con fonética anticonceptiva que nos lleva a pensar que no es camino para concebir nada. Además, es ilegal. Es la vía de Miriam «Llongueras», empresaria textil en apariencia con méritos que, en realidad, apenas radican en haber pasado de alisar el pelo «a la Borrás» a tomárselo a los catalanes, vestida de Hermés. Ya se habrán fijado, queridos lectores, en la forma con la que doña Miriam se arroga en el Congreso de los Diputados la representación de todos los catalanes. ¿Saben ustedes a cuántos catalanes representa Junts en el Congreso? La Sra. Nogueras representa a 395.429 catalanes. ¿Saben ustedes a cuántos catalanes representa el portavoz del Grupo Popular en el Congreso? El Sr. Tellado representa a 473.620 catalanes. Sorprendente, ¿verdad? 2.- La vía del Referéndum consultivo (no vinculante) está llena de buena intención y algo de ingenuidad, puesto que es falsa de raíz al jugar con balas de fogueo. Si las balas fuesen de verdad (consulta vinculante), la mitad de la burguesía catalana (que en la consulta no vinculante habría votado SÍ) votaría que NO a la independencia, sabedora de que la muerte real del enemigo exterior (España) conllevaría la salida segura de Europa para Cataluña (crisis económica impredecible) y el afloramiento del enemigo interior (ERC), envalentonado y con mucho campo por delante al no estar ya del otro lado de la frontera el «primo de Zumosol». 3.- La vía de la espada (política, se entiende) con valentía contada por Arcadi en su artículo Contra la reconciliación, que solo necesita de la Constitución porque «tengo a la mismísima ley de mi parte».
Para romper con esta estructura perversa de los vasos comunicantes solo tenemos el camino de la alternancia política que lleve al PP al Gobierno de España. Para ello, el PP deberá fisurar en su beneficio el recipiente de votos del PSOE (estanco y hoy solo comunicado con sus socios) de forma que se produzca una pérdida al exterior (trasvase que ha fluido ya en las gallegas) con el reclamo de una trasluchada tranquila al centro sin demonizar en esa travesía a Vox, pues sus escaños serán imprescindibles siempre (estrategias puestas en marcha por Feijóo desde su llegada a Génova).
Ayudará en este viaje la inflación silenciosa y galopante sin visos de cambio a corto plazo, agobiante hoy para las familias (el litro de aceite hoy a 10 euros presenta a sus botellas en los anaqueles de los supermercados protegidas en su cuello con alarmas antirrobo porque la gente no puede pagarlas y se las birla) e insoportable mañana. Los españoles votarán previsiblemente antes de que acabe 2024, metiéndose la mano en el bolsillo derecho (como en 1996 y 2011) y guardando en el izquierdo ideologías y sentimientos identitarios.
Con las cosas de comer no se juega y con la nación, menos.
  • Pablo Calvo-Sotelo es abogado
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