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En primera líneaÁlvaro de Diego

Juan Velarde para 'dummies'

Velarde y sus colaboradores auspiciaron desde las páginas de 'Arriba' un nuevo modelo económico basado en el pensamiento de José Antonio. Partidarios de la reforma agraria y la lucha contra los monopolios industriales

Actualizada 01:30

Juan Velarde Fuertes, el maestro de la Economía desaparecido hace ahora dos años, estrictamente no fue nunca periodista. Pero supo atisbar la importancia capital del periodismo para la buena comprensión de la economía española. De su aportación a la ciencia económica dan cuenta las muchas notas necrológicas aparecidas a su desaparición, de entre las que destacaron la firmada por Javier Morillas en estas mismas páginas digitales o la suscrita por Antonio Miguel Carmona en Libre Mercado. No se ha reparado tanto, sin embargo, en la labor divulgativa del profesor Velarde. Su obra puede recuperarse también a través de los miles de artículos que publicó entre 1952 y sus últimas y definitivas piezas en El Debate. Esas siete décadas de colaboraciones periodísticas nos reencuentran con el sabio cercano y de erudición portentosa al que ningún problema que afectara a España le era ajeno.

Juan

Lu Tolstova

En línea con su paisano Jovellanos, el joven Velarde diagnosticó «cuál era la suma de verdades y conocimientos que contenía entonces nuestra ciencia económica». Y constató, como aquel, que «vacilante en sus principios, absurda en sus consecuencias, equivocada en sus cálculos y tan deslumbrada en el conocimiento de los males como en la elección de los remedios», apenas ofrecía «una máxima constante de buen gobierno». Se propuso así desembarazar «los senderos de la sabiduría» a través de la letra impresa de los diarios, todavía hoy indiscutible vehículo de ilustración y enriquecimiento.

Velarde llegó a los periódicos por deslumbramiento. Cierto día, mientras se dirigía a la Facultad, compró en la madrileña glorieta de Quevedo un semanario de gran formato. Aquel ejemplar de El Español traía entre sus páginas una crónica desde Berlín de Ismael Herraiz. Como relataría años más tarde, aquella pieza del corresponsal había sorteado la censura alemana para decirle «genial y poéticamente, (...) quién ganaría y quién perdería» la Segunda Guerra Mundial; a él, que la leía camino de clase, calle de San Bernardo abajo. Muy pocos años después, el estudiante asturiano rompía su modesta hucha para adquirir su 'Italia fuera de combate', magistral y amargo reportaje histórico sobre el derrumbe del fascismo italiano.

Ya como director del diario Arriba, que había sido semanario con José Antonio Primo de Rivera, Herraiz fichó en 1952 a Velarde como colaborador. Un año después le puso al frente de la nueva sección de Economía. Por entonces, el futuro catedrático se rodeaba de un equipo de jóvenes economistas, la mayoría compañeros de estudios de la primera promoción de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad Central. Entre ellos figuraban nombres como los de Agustín Cotorruelo, Manuel Gutiérrez Barquín, Juan Plaza Prieto, Alfredo Cerrolaza, César García-Albiñana o Enrique Fuentes Quintana, futuro vicepresidente del Gobierno y padre de los decisivos Pactos de la Moncloa.

Velarde y sus colaboradores auspiciaron desde las páginas de Arriba un nuevo modelo económico basado en el pensamiento de José Antonio. Partidarios de la reforma agraria y la lucha contra los monopolios industriales, defendieron la intervención estatal en lo financiero y la redistribución de las rentas a través de una fiscalidad más justa y progresiva. Censuraban a unos bancos que entendían al servicio de una oligarquía gravosa para los intereses de todos los españoles. De ahí que Velarde y Fuentes encabezaran una tribuna conjunta con una cita de Ledesma Ramos. Y es que lucharon, en definitiva, por evitar, en lo posible, que aquella España que se encaminaba hacia el desarrollo se convirtiese en escueto «latifundio de la derecha», según un lenguaje muy en boga de la época.

Es probable que las ideas cambien, pero a veces los principios permanecen. Maestros como Enrique Fuentes Quintana y Juan Velarde contribuyeron a cambiar España para mayor beneficio de los españoles. No les dolieron prendas a la hora de arremangarse y explicar las cosas al gran público. Quizá sea hora hoy de que lo hagamos muchos dummies de TikTok y otras formas expresivas de la Generación Z.

Juan Velarde Fuertes estrictamente no fue nunca periodista. Pero supo cumplir con los periódicos como si lo fuera. El día de su boda, celebrada en San Jerónimo el Real (donde también se casó el autor de estas líneas), se detuvo brevemente en las escaleras antes de aguardar a la novia. Sacó del bolsillo del chaqué una pieza manuscrita para el periódico y se lo entregó al director de Arriba. Ismael Herraiz estalló en una carcajada: «¡Qué bárbaro este Juanito! Solo a él se le ocurre hacer una cosa así».

  • Álvaro de Diego es catedrático de la Universidad San Pablo-CEU
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