Copiar es fácil
Hoy el seguimiento al ideal americano es ovejuno en música, cinematografía, televisión literatura, arquitectura, ingeniería, digitalización y pensamiento, es decir en todo lo que compone la cultura
La educación actual aborrece el esfuerzo y los españoles han acogido esa orientación con alegría porque a cualquiera obviar esfuerzos gusta por naturaleza.

En el mundo cinegético, el safarista que en África ve por primera vez un antílope y escucha su nombre en inglés por el profesional que lo acompaña, lo adopta sin más para incluirlo en su vocabulario demostrando pereza mental y falta de curiosidad científica, pues existe un vocablo español para designar al animal.
Esa circunstancia se magnifica en el mundo del deporte donde resplandece el esnobismo hacia el extranjero y el atractivo de lo ignoto, ya que no son tantos los que hablan correctamente idiomas. Así han adoptado con entusiasmo, entre otras, la extraña expresión hat trick (engañoso sombrero) olvidando el español «triplete», más corto, muy expresivo y perfectamente inteligible. Y no hablo del ambiente digital en el que se adopta toda palabra nacida en Silicon Valley sin análisis ninguno.
Y en la sociedad ¿Qué? Ídem de ídem.
La victoria de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial trajo imitación de sus costumbres (saludo estrechándose la mano), vestimenta (pantalones vaqueros), social (el tuteo por sistema) y política (democracia representativa). Pudo haber ocurrido en la Primera Guerra Mundial porque los Estados Unidos fueron igualmente decisivos, pero entonces aún pesaban naciones como Inglaterra y Francia y el mimetismo no fue el mismo; en política hubo la contestación de los movimientos socialistas-nacionalistas que triunfaron en Italia y Alemania y con partidos potentes en Bélgica e Inglaterra.
Hoy el seguimiento al ideal americano es ovejuno en música, cinematografía, televisión literatura, arquitectura, ingeniería, digitalización y pensamiento, es decir, en todo lo que compone la cultura. La copia no disuena tanto en la vieja Europa porque los EE.UU. se independizaron antes de la Revolución Francesa y su constitución es de raíz cristiana, aunque presbiteriana. La constante petición —Con la ayuda de Dios— tanto en textos constituyentes como en los actos públicos lo proclama.
En política los americanos han conseguido que sólo la Democracia representativa sea aceptable para el gobierno de los hombres, el resto de los sistemas gubernativos son deleznables y se puede legítimamente intervenirlos incluso con las armas en aras de la verdad democrática. Eso implica que son injustos todos los gobiernos del mundo anteriores a 1788 y también los posteriores que no se ajustan al sistema democrático, identificando democracia con Estado de derecho, incluso con la verdad política.
Afirmación muy arriesgada de aplicar a este sistema cuando es imposible aplicarlo en pureza, pues si la soberanía reside en cada individuo, toda determinación habría de hacerse por referéndum, algo absolutamente impracticable y que ha conducido a la democracia representativa.
Invito a que cada vez que se nombra la democracia en la prensa diaria, se sustituya ese término por el de «Estado de derecho» y se observará que no cambia el sentido de la frase porque se han identificado ambos. El Estado dirigido al bien común y sujeto a unas leyes que obligan a todos no es privativo de la sola democracia, repasen la historia y encontrarán repetidas situaciones que cumplen con esas exigencias.
La democracia, como el papel, lo aguanta todo pero el Estado de derecho es más preciso y yo, francamente, me inclino por la concreción.
- Marqués de Laserna es académico de honor de la R.A. de la Historia