Fundado en 1910
en primera líneaRafael Carriegas

Los minutos de la basura

En baloncesto se denominan los minutos de la basura a los últimos minutos de juego de un partido cuyo resultado está ya decidido. El PNV acaba de sacar a la cancha a un último reserva, al señor Esteban, a quien solo se le pide que apague la luz y cierre la puerta al salir. Pero, por favor, solo después de pedir perdón

El PNV está como un flan. Hace ya demasiado tiempo que sus añagazas no funcionan. El engaño ya no da más de sí. El PNV es un simple decorado, repleto de pilastras, molduras y cornisas, pero que está absolutamente vacío. Detrás de la fachada no hay nada. Se parece mucho a ese perfumado sexagenario que sale cada tarde pretendiendo aparentar ser un don Juan, pero que ya no encuentra otro consuelo que largas horas de soledad en la fría barra de un bar. Es como un mago al que, por mucho que intente esconderlos, se le ven todos los trucos. Ya no tiene chispa, ni reflejos, ni ingenio, resulta aburrido, plano y plomizo. Ya no salen conejos de la chistera. Se ha quedado atrás. Resulta ser una propuesta fósil, anticuada y anquilosada. Se mantiene sobre el ring, pero está grogui, le falta resuello y forma física, se resistirá a tirar la toalla, pero la suerte está echada. Para mantener los muebles tendrán que recurrir a aquello de la refundación, la regeneración o alguna nueva palabra que acabe en «on», antes de su segura liquidación.

ep

El Debate (asistido por IA)

Lo cierto es que no puede haber mayor justicia. Justicia épica. Justicia poética. Más vale tarde que nunca, o si quieren, para los más cafeteros, a cada cerdo le llega su San Martín. El PNV empezó con la martingala de su fundador, el cual se arrepintió en su etapa final de los disparates que proclamó a lo largo de su vida, más propios de un chiflado que de un ser cabal. Después elevó a los altares al primer lehendakari, el señor Aguirre, en plena Guerra Civil, pero se les olvidó comunicar que lo fue de manera no democrática, pues solamente pudieron votarle los concejales electos, con la interesante consideración de que no votó ningún concejal alavés, apenas un minúsculo grupito de guipuzcoanos y sí todos los vizcaínos, resultando ser el candidato más votado pero muy lejos de la mayoría absoluta. Después se disfrazó de antifranquista cuando jamás movió un dedo contra el dictador. Ya metido en harina, se convirtió en pieza clave, fundamental e imprescindible para que el terror aplastara éticamente a la sociedad vasca, sí, ese es y ha sido su principal mérito a lo largo de los últimos cincuenta años.

Ni circunvalaciones, ni museos, ni subvenciones, suya es la responsabilidad de que los vascos no se levantaran contra el terror y que los vascos aceptaran como bueno que matar – depende de a quién– estaba bien. En ese ínterin que les ha llevado su tiempo, consintió que ocurriera la precipitada diáspora de 200.000 vascos aterrorizados a quienes ni ayer prestó apoyo ni hoy se acuerda de ellos, ha propiciado la peor política económica posible, consiguiendo un auténtico pleno: que se marchen y se descapitalicen las empresas grandes y pequeñas y que el País Vasco no sea un lugar atractivo ni para invertir, ni para trabajar, ni para vivir. Los jóvenes ven su futuro en otros lugares y emigran de manera masiva, al mismo tiempo que Euskadi se convierte en foco de atracción de los migrantes menos cualificados a la llamada de esa transformación de una comunidad industrial en una sociedad sencillamente hostelera. Los pisos son los más caros de España y sí, es verdad que las pensiones son las más altas, por eso los jubilados aprovechan a marcharse a sus lugares de origen porque nada les une a esta sociedad decadente que nunca les ha querido.

Pero, claro que sí, quedaba un último servicio del PNV a la sociedad vasca. Van a servir en bandeja de plata la estocada final a su magna obra, cediendo el poder a aquellos que brindaban con champán cuando ETA asesinaba y hoy brindan con txakolí cuando los asesinos salen de las cárceles. Ciertamente, la faena es de enmarcar. Inolvidable. El PNV se ha afanado en colocar su bandera en la Constitución y vendernos la moto de que es la nuestra. Y al mismo tiempo que deslegitima la Carta Magna, se jacta de poner y quitar presidentes del gobierno, en base a su probada capacidad de manipulación y engaño. De palabra de vasco, nada de nada. Simplemente caraduras y tramposos. A toda la suerte de lehendakaris que han seguido al señor Aguirre le toca ahora el turno al señor Pradales, individuo que solo se representa a sí mismo, puesto que está tan vacío como el partido al que dice pertenecer. Escucharle es elevar la nadería al superlativo. Con la impunidad con la que se creen que cuentan se sumaron al gobierno más corrupto que se recuerda y están logrando que la ciénaga asome, para colmo de males, también por aquí.

Y como hay que seguir dando titulares, tiran a todo lo que se menea y hace unos días no se les ha ocurrido otra cosa que decir que la monarquía la puso Franco. Solo es otro disparate. Uno más de una sarta de extravagancias y despropósitos que retratan lo que es este guiñol. En baloncesto se denominan los minutos de la basura a los últimos minutos de juego de un partido cuyo resultado está ya decidido. El PNV acaba de sacar a la cancha a un último reserva, al señor Esteban, a quien solo se le pide que apague la luz y cierre la puerta al salir. Pero por favor, solo después de pedir perdón.

  • Rafael Carriegas Robledo fue diputado nacional del PP por Vizcaya
comentarios

Más de Rafael Carriegas

rcarriegas
  • Matar está bien

  • ¿Para cuándo en Madrid?

  • Más de En Primera Línea

    En Primera Línea

    Libre

    tracking

    Compartir

    Herramientas