Rolando: Memoria de una tragedia silenciada
En aquellos años, la cobarde banda terrorista ETA no quiso asumir la autoría de este atroz atentado; una postura que mantuvo hasta años bien recientes, cuando finalmente reconoció su responsabilidad criminal
Ayer, en representación de mi residencia universitaria, asistí en Pamplona a la inauguración de la exposición «Rolando: 2:15 - 2:45. 50 años de la primera masacre de ETA».
Organizada por el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo y el Grupo de Narrativa, Violencia y Memoria de la Universidad de Navarra, esta muestra conmemora medio siglo desde el fatídico 13 de septiembre de 1974. Ese día una bomba colocada en la cafetería Rolando, situada en la calle del Correo de Madrid, arrebató la vida a 13 personas y dejó más de 70 heridos.
En aquellos años, la cobarde banda terrorista ETA no quiso asumir la autoría de este atroz atentado; una postura que mantuvo hasta años bien recientes, cuando finalmente reconoció su responsabilidad criminal.
La exposición, que ya ha recorrido algunas ciudades españolas, ofrece una visión detallada e impactante de los hechos. Sus distintos paneles intercalan los diferentes hitos del atentado con las historias personales de las 13 víctimas mortales, aportando una perspectiva humana a semejante tragedia.
Durante la inauguración, Ana Escauriaza, comisaria de la exposición, y Florencio Domínguez, director del Centro Memorial, presentaron la exposición, destacando su profundidad y el afecto hacia las víctimas.
Fue el testimonio final de Alicia Gómez Condado, hija de Fernando Gómez Vaquero, una de las víctimas, el que caló hondo en todos los presentes. Alicia compartió con valentía el dolor que aún perdura, transmitiendo al mismo tiempo una dignidad y humanidad que conmovieron a todos quienes asistíamos (había representantes de la Guardia Civil, víctimas del terrorismo y muchos miembros de la comunidad educativa).
Mientras escuchaba sus palabras, yo, que como político tuve que llevar escolta durante más de 17 años, no pude evitar mirar a la audiencia, compuesta en su mayoría por jóvenes.
Muchos de ellos desconocen nombres como Miguel Ángel Blanco, Gregorio Ordóñez, Jaime Mayor o María San Gil, figuras clave en la historia reciente no sólo de Euskadi sino de España.
Esta falta de conocimiento es preocupante, y más dado que se debe no a la indolencia sino a la irresponsabilidad de algunos de quienes nos gobiernan.
Porque se debe al silencio, a la omisión, cuando no al blanqueamiento voluntario, de algunos de quienes estuvieron entre los asesinos, sus cómplices, encubridores, o el brazo político de la banda etarra.
Este olvido y blanqueamiento hacia los execrables hechos y sus autores (muchos de los cuales campan ya a sus anchas) llama la atención escandalosamente. Especialmente al ver cómo algunos gobernantes políticos actuales pactan con Bildu, sin luz ni taquígrafos. Y parecen más interesados en reabrir heridas del pasado lejano y confrontar españoles que en reconocer y difundir atrocidades mucho más recientes.
Pilar Ruiz, madre de Joseba Pagazaurtundúa, otra víctima de ETA, advirtió en su día ante el Lendakari socialista Pachi López: «Haréis y diréis cosas que nos helarán la sangre».
Hoy, sus palabras resuenan con fuerza. Lo hacen ante la evidencia. Y nos recuerdan a quienes nos mantuvimos en pie frente a la barbarie, la importancia de mantener viva la memoria reciente y de educar a las nuevas generaciones sobre los horrores del terrorismo.
Es nuestro deber moral apoyar, promover y difundir eventos como esta exposición, que buscan honrar a las víctimas y garantizar que su memoria perdure. Solo así podremos construir una sociedad más justa y consciente de su historia. Necesitamos reivindicar la memoria, dignidad, justicia y verdad.
Desde mi larga trayectoria en la política navarra y española, me siento profundamente comprometido con esta causa y exhorto a todos a reflexionar sobre la importancia de recordar y educar sobre estos trágicos eventos. «Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo», afirmaba Jorge Santayana. No lo olvidemos.
José Iribas Sánchez de Boado es director de Relaciones Institucionales de CampusHome