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24 de abril de 2024

Luis de Resquens intercedió para hacer frente y piña para derrotar a los otomanos

Luis de Resquens intercedió para hacer frente y piña para derrotar a los otomanosLu Tolstova

Requesens, el diplomático español que urdió las alianzas de la Liga Santa para luchar en Lepanto

Gracias a los servicios de este diplomático, «el papado es el gran aliado de España durante todos esos años» claves en la configuración del catolicismo y el poder

La embajada de España ante la Santa Sede ha comenzado un ciclo de homenaje a quienes han desempeñado un papel histórico en Roma. De entre ellos destaca Luis de Requesens, el diplomático que gestionó las alianzas para la Batalla de Lepanto, en la que terminó luchando como segundo jefe de la Armada cristiana.
Poner de acuerdo a naciones ferozmente enfrentadas como Venecia, Aragón y Génova no fue tarea fácil. Durante siglos, habían combatido por hacerse con los principales puertos del Mediterráneo para mantener la ruta del comercio con Oriente. Por ello, la unidad de las principales flotas cristianas, bajo el impulso del Papa Pío V, fue un logro histórico.
En este proceso de unidad, el embajador español ante la Santa Sede, Luis de Requesens, jugó un papel esencial. Nombrado para el cargo por Felipe II en el año 1561, no hizo su entrada en Roma hasta dos años después, en parte debido a la cercanía del pontífice con Francia, el eterno rival de España en aquellos años. Uno de los logros de este embajador español es haber influido en el nombramiento del siguiente pontífice, Pío V, más cercano a los intereses de Felipe II.
Fue Pío V quien impulsó la unidad de las naciones cristianas frente al predominio de los turcos en gran parte del Mediterráneo. A juicio de Miguel Ángel Bunes, investigador del CSIC, «las negociaciones de Lepanto son uno de los procesos más complejos del siglo XVI. Se trata de naciones profundamente enfrentadas, especialmente con una República de Venecia que se ha sentido traicionada por Carlos V y los genoveses».
Gestionar la organización de 200 galeras, junto a otras naves auxiliares, con participación de Venecia, España, los Estados Pontificios, Génova, la Orden de Malta y la casa de Saboya, entre otros, era todo un reto. Conseguir que el mando estuviera en manos de don Juan de Austria, secundado por el propio Requesens, era importante para defender los intereses de España.
Representación de la Batalla de Lepanto

Representación de la Batalla de LepantoA.O.

Los artífices de una victoria capital

Luis de Requesens y su hermano Juan de Zúñiga, quien le sustituye en el cargo cuando el primero debe acompañar a Juan de Austria al mando de la flota, «forman parte del sector más agresivo antes de la Batalla de Lepanto. Ambos consideran que es preciso dar la batalla al turco y por eso la victoria de estos embajadores es también la del duque de Alba», según asegura Bunes. Frente a ellos, la postura contraria al conflicto la encarna el cardenal Pacheco, muy cercano a la familia Medici en aquel tiempo.
Miguel Ángel Bunes considera «un error estratégico del Imperio Otomano la conquista de Chipre». A su juicio, esta ofensiva de los turcos en 1570 «es el detonante de la Batalla de Lepanto», ya que las naciones cristianas lo advirtieron como una grave amenaza para todo el Mediterráneo y especialmente el Papa para los Estados Pontificios.
Se trata de un conflicto armado en el que «todos los que participaron se atribuyeron la gloria de la victoria», por lo que también fue preciso saber gestionar los equilibrios y el orgullo entre los ganadores durante los años posteriores. En ese escenario, Requesens fue el artífice de un partido español en Roma que se mantendrá durante el siglo XVI, con alianzas que van cambiando, pero que consolidan la hegemonía española en Europa. Gracias a los servicios de este diplomático, «el papado es el gran aliado de España durante todos esos años».
La cercanía al pontífice significaba en aquella época la posibilidad de recibir privilegios eclesiásticos para el Imperio Español o para los nobles que lo integran. También contribuye a mantener durante décadas la presencia en Nápoles, Sicilia y, por menos tiempo, en la Lombardía. Un dominio en la península itálica que despertaba muchos recelos entre las grandes familias italianas.
El ciclo de conferencias organizado por la embajada de España lleva por título El Palacio de España: 400 años de relaciones diplomáticas entre España y la Santa Sede. Se realiza en colaboración con la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, dependiente del CSIC.
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