Este viernes, 22 de abril, el Papa Francisco tenía previsto recibir en audiencia privada al ministro de Exteriores argentino, Santiago Cafiero, pero esta reunión, junto con todas las demás del día, ha sido anulada para que el Santo Padre pueda someterse a controles médicos.
El Pontífice, de 85 años, sufre una gonalgia aguda en la rodilla derecha, una inflamación que le produce un fuerte dolor al caminar, que ya le ha impedido en varias ocasiones hacer viajes previstos u oficiar celebraciones en el Vaticano, como la Vigilia Pascual, una de las más importantes del año.
El ministro Cafiero, de visita en la Santa Sede, no podrá reunirse tampoco con los segundos al mando en el Vaticano: ni con Pietro Parolin, secretario de Estado, ni con Paul Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados, por encontrarse ambos en misión en el extranjero.
A la vuelta del último viaje apostólico a la isla de Malta, Bergoglio confesó que su «salud es un poco caprichosa». Su problema de rodilla, le «dificulta caminar, pero va mejorado, al menos puedo andar». En este mismo viaje, se pudo ver al Santo Padre subiendo y bajando del avión en ascensor o caminar apoyado y con una leve cojera.
Cabe recordar también que el pasado mes de julio el Santo Padre fue operado de una inflamación de colon y aunque la recuperación más lenta de lo esperada, apenas afectó entonces a su agenda pública ni ha acarreado mayores complicaciones después.
Con todas sus limitaciones, el Papa sigue programando viajes internacionales para los próximos meses. Está por ver si concreta un viaje a Ucrania, pero ya está anunciado un desplazamiento a la República Democrática del Congo y Sudán del Sur en julio, así como otro a Canadá a final de ese mismo mes. En junio están por cerrar los desplazamientos a Líbano y Jerusalén, mientras que en septiembre, si todo sigue su curso y no hay inconvenientes, tiene previsto viajar a Kazajistán.
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