El motivo por el que los Papas cambian el nombre al iniciar su pontificado

El Vaticano ya ha elegido al nuevo Papa. La muerte del Papa Francisco, a los 88 años y tras doce años al frente de la Iglesia, dejó vacante el puesto de obispo de Roma y máxima autoridad de la Iglesia Católica. Durante varias semanas, el cardenal Kevin Joseph Farrell asumió la administración temporal de la institución, hasta que los 133 cardenales eligieron al nuevo pontífice.

Tras la decisión mayoritaria del Colegio Cardenalicio sobre quién debe ocupar la sede petrina, será el cardenal Dominique Mamberti quien anuncie al mundo que la Iglesia Católica tiene un nuevo Sucesor de Pedro, mediante la tradicional fórmula: «Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam!».

De igual manera, el Papa Francisco —Jorge Mario Bergoglio— eligió este nombre inspirado en San Francisco de Asís, como un claro gesto de humildad y compromiso con los pobres y la naturaleza. Fue la primera vez en la historia que un Papa adoptaba este nombre, lo que ya anticipaba un pontificado distinto, centrado en los valores evangélicos y en una Iglesia más austera y comprometida con el mundo real.

¿Por qué razón cambian de nombre?

En este sentido, la costumbre de cambiar de nombre al asumir el cargo papal se remonta al siglo VI. El primero en hacerlo fue el Papa Juan II, cuyo nombre de nacimiento era Mercurio. Considerando que este nombre, de origen pagano, no era adecuado para el líder de la Iglesia, decidió adoptar el nombre de Juan II.

Cabe señalar que no se trata de un requisito canónico, pero muchos papas optan por cambiar su nombre para reflejar una referencia espiritual, teológica o incluso política que desean destacar. Además, esta tradición ha pasado a simbolizar un nuevo comienzo en el ejercicio del ministerio petrino.