León XIV: ¿Lo bueno de Francisco más lo bueno de Benedicto XVI?
Lo cultiva todo, como la mayoría de sus predecesores, pero con la diferencia de que, además, tiene fama de ello de puertas hacia afuera
Creo que sería un juicio un tanto prematuro establecer una valoración firme sobre el pontificado de León XIV, habida cuenta de que es demasiado pronto para «dictar sentencia». Ahora bien, lo que sí que puedo decir es que mi primera impresión es bastante positiva.
Desde mi perspectiva, personal y particular, aunque sí transferible, el nuevo Obispo de Roma aúna lo encomiable del Papa Francisco con lo laudable de Benedicto XVI. ¿Y qué me ha conducido a semejante conclusión? Pues, lisa y llanamente, que combina su reputación —merecida— de persona cercana a los pobres con una formación intelectual y teológica exquisita, ello sumado a los años experiencia en los pasillos del Vaticano.
En otras palabras, no se le puede criticar ni por ser distante con los pobres (cosa que no creo que ningún Sumo Pontífice sea, por cierto), ni de confundir la virtud de la pobreza en el espíritu con la aversión hacia el protocolo, la indumentaria, el reverencial boato y el latín.
León XIV es capaz de casar ambas cosas sin margen de error, cosa que le hace un Vicario de Cristo muy completo. Lo cultiva todo, como la mayoría de sus predecesores, pero con la diferencia de que, además, tiene fama de ello de puertas hacia afuera (imagen pública que no todos consiguen transmitir de manera tan convincente).
De esta guisa, albergo la sensación de que el reciente Santo Padre goza de precisión doctrinal a la hora de comunicar el mensaje de Cristo con rectitud u ortodoxia y, a su vez, sabe proyectar la imagen de persona cercana a los pobres y a los que están alejados de la Iglesia. Por todo esto, me parece un Sucesor de San Pedro verdaderamente talentoso y completo.