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19 de abril de 2024

Joaquín Mora abajo a la izda y Javier abajo a la dcha

Joaquín Mora, abajo a la izquierda, y Javier Campos, abajo a la derecha, junto al resto de la comunidadProvincia de México de la Compañía de Jesús

En memoria de los jesuitas asesinados por el cártel de Sinaloa: «Hay una impunidad descarada»

Un sicario del cártel de Sinaloa asesinó a Javier Campos y a Joaquín Mora el 20 de junio. Dos meses después, sus hermanos aún los recuerdan y anuncian que «no se van de la Sierra de Tarahumara»

Javier Ávila lleva más de sesenta años en la Compañía de Jesús, 47 de ellos en Tarahumara, una comunidad indígena del norte de México. Allí todos le conocen como El Pato. A sus hermanos Javier Campos y Joaquín Mora, asesinados en Chihuahua en junio, les llamaban El Gallo y el Morita. «Eran dos personas profundamente humanas, ni santos ni demonios. No eran de esos santos que se vuelven raros de repente», recuerda El Pato con cariño. Por eso, al preguntarle por qué los mataron, El Pato responde: «Esa es la pregunta que nos hacemos nosotros».

Un sicario drogado

Su asesinato fue obra de un sicario del cártel de Sinaloa, una organización dedicada al narcotráfico dirigida por El Chapo Guzmán. Cada vez tiene una mayor implantación en México, especialmente en las zonas rurales al sur de la sierra de Tarahumara, como Cerocahui, el pueblo donde el sicario entró a la iglesia y disparó a los dos jesuitas. Ya había matado a otras dos personas minutos antes. Según los testimonios que El Pato ha recogido, el asesino «seguramente había tomado droga porque traía la cara desfigurada».
Gallo, Javier y Joaquín

El Pato insiste en que el sicario no tenía nada en contra de los jesuitas porque «no lo habían señalado, delatado ni regañado por nada» y que la causa seguramente fue la pérdida de control de un hombre acostumbrado a matar. «Ya no sabes si van por libre, si tienen un patrón o un jefe por arriba... ya no sabes», protesta Javier Ávila.
«En estos tiempos hay una impunidad descarada en el país», denuncia el jesuita. A su juicio «tiene que haber una decisión decisiva y radical para acabar con esta impunidad porque si no esto seguirá en las mismas. Los abrazos ya no alcanzan para tapar las balas porque es demasiada la muerte y demasiada la persecución».

Deja muy clara cuál va a ser la respuesta de la Compañía de Jesús en México: «No nos vamos de Tarahumara»

Aparte de en la oración, El Pato y los jesuitas han encontrado fuerza en las palabras del Papa Francisco, quien pidió por ellos en la audiencia general inmediatamente posterior al incidente. «Para nosotros fue un momento de consolación porque el Papa se da cuenta de lo que nos está pasando y sobre todo manifiesta una solidaridad mundial». Y deja muy clara cuál va a ser la respuesta de la Compañía de Jesús en México: «No nos vamos de Tarahumara»
El jesuita Joaquín

El jesuita Joaquín Mora el Morita.Provincia de México de la Compañía de jesús.

Misioneros cercanos al pueblo

Javier Campos (o El Gallo) era el superior de los once jesuitas instalados en la sierra Tarahumara. «Hablaba muy bien el tarahumara y el rarámuri, son dos expresiones diferentes de la misma lengua según la región», recuerda de él El Pato. Según el jesuita, «conocía muchísimo la sierra, no había comunidad que tú le dijeras y él no supiera decirte exactamente dónde estaba y cuánto tiempo tardabas en ir si ibas en camioneta, si era tiempo de lluvia o tiempo de nieve».
Era un hombre trabajador, con un carácter fuerte y que, según El Pato, «tenía un ADN muy importante porque su madre fue fundadora de una asociación de madres católicas que todavía funciona después de muchos años en Monterrey».
Joaquín Mora, más conocido como Morita, era en cambio «profundamente sencillo y humilde». «Aceptaba cualquier broma nuestra por parte de la comunidad con gozo, se reía», recuerda El Pato, quien añade de él que nunca lo vio enfadado. A diferencia de El Gallo, de quien confiesa entre risas que lo vio enojado en varias ocasiones.
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