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19 de mayo de 2024

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El Papa Francisco besa los pies de presos en la Cena del Señor.GTRES

El manual de instrucciones del Papa para ser un buen sacerdote

El Papa Francisco ha dado siete claves para vivir un sacerdocio satisfactorio, pleno y dentro de la comunidad cristiana

El Papa Francisco ha señalado siete claves para la formación de los sacerdotes católicos en un escrito entregado a los participantes del Curso para Rectores y Formadores de Seminarios Latinoamericanos, organizado por el Dicasterio para el Clero.
En el texto, el Santo Padre resalta la actualidad de los textos Pastores dabo vobis, del Papa San Juan Pablo II y Ministrorum institutio, de Benedicto XVI.
Para Francisco es Dios quien hace posible que los seminaristas puedan convertirse en santos sacerdotes, muy necesarios para la evangelización.
«El Señor hace posible que lo imitemos y sigamos sus huellas, porque nos comunica el don de su gracia, que es capaz de transformar todo lo que somos: ‘alma, cuerpo y espíritu’, según su plan de plenitud para cada uno de nosotros», subrayó.

Formación comunitaria

El Santo Padre señala que «la formación sacerdotal tiene un carácter eminentemente comunitario desde su mismo origen. La vocación al presbiterado, de hecho, es un don de Dios a la Iglesia y al mundo, es una vía para santificarse y santificar a los demás, que no se recorre de manera individual, sino teniendo siempre como referencia una porción concreta del Pueblo de Dios».

Una visión providencial del propio camino, es la materia principal del discernimiento

Integrar la gracia y la naturaleza herida

«En los seminaristas, como en cada uno de nosotros, interactúan y coexisten dos aspectos que deben integrarse recíprocamente, los dones de la gracia y los rasgos de la naturaleza herida; el servicio que ustedes han de desempeñar es precisamente el unir ambas realidades en un camino de fe y maduración integral», indica el Papa.
Además, ha puntualizado que no se debe formar «superhombres» sino «hombres que con humildad sigan el proceso elegido por el Hijo de Dios, que es el camino de la encarnación», en cuanto a «las motivaciones vocacionales auténticas, esto es, el seguimiento del Señor y la instauración del Reino de Dios están a la base de un proceso que es a la vez humano y espiritual».

Lectura creyente de la vida

En este sentido, «una de las tareas más relevantes en el proceso formativo de un sacerdote es la gradual lectura creyente de la propia historia. Esta visión providencial del propio camino es la materia principal del discernimiento personal y eclesial de la propia vocación».
Por eso, el Papa Francisco cree que «cada seminarista, primero, y cada sacerdote después, con acentos y matices distintos debe ir actualizándola constantemente, especialmente en las coyunturas más significativas del propio camino sacerdotal».

Conscientes del impacto formativo que la vida y ministerio de los formadores tiene en los seminaristas

El formador educa con la vida

El Papa Francisco ha resaltado que es necesario «ser conscientes también del impacto formativo que la vida y ministerio de los formadores tiene en los seminaristas. Los formadores educan con su vida, más que con sus palabras»; de ahí que «una sana maduración humana coherente con la consolidación de la propia vocación y misión, que incluye la normal superación de dificultades y períodos de crisis, permite al sacerdote formador renovar constantemente la base sobre la que se sustenta su configuración con Cristo, Siervo y Buen Pastor».

La importancia de recurrir cada día a Jesús, ponerse de rodillas y ante su presencia

Capacidad de escucha y diálogo

El Santo Padre subraya asimismo que «uno de los indicadores de maduración humana y espiritual es el desarrollo y la consolidación de la capacidad de escucha y del arte del diálogo, que naturalmente están anclados en una vida de oración, donde el sacerdote cotidianamente entra en diálogo con el Señor, incluso en momentos de aridez o de confusión».
«La disposición a escuchar y a empatizar con los demás más que un instrumento de evangelización, es precisamente el ambiente donde esta germina, florece y da frutos», añade, y destaca la «importancia de recurrir cada día a Jesús, ponerse de rodillas y ante su presencia aprender de Él que es manso y humilde de corazón, de modo que poco a poco nuestro corazón aprenda a latir al ritmo del corazón del Maestro».

El sentido del rector

En cuanto a la función educativa del rector de un seminario, este «debe manifestar una preocupación constante por cada uno de los formadores, manteniendo un diálogo abierto y sincero respecto de su vida y servicio, sin descuidar de hacerse eco de aquellos aspectos más personales de los que muchas veces depende la superación de los problemas que pueden surgir al interno del equipo formativo».

Acompañamiento espiritual

El Papa Francisco se ha referido también a la importancia del «acompañamiento formativo de los formadores», para que tengan una amplia ayuda en su tarea para que «cada futuro pastor pueda ir discerniendo y consolidando no solo una genuina vocación al presbiterado, sino también el modo personal e irrepetible que el Señor ha trazado para que lo viva y ejerza».
Esta ayuda, a juicio del Papa Francisco, «puede extenderse con otras personas o especialistas, y no solo sacerdotes», para una vida sacerdotal sana y acorde a los bautizados laicos del Pueblo de Dios.
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