
El obispo emérito Gregor Maria Hanke
«Siento fatiga interior»: dimite monseñor Hanke, uno de los obispos que se desmarcó del Sínodo alemán
La renuncia del prelado no se puede leer al margen de un proceso eclesial que ha agitado– y sigue agitando–la vida católica en Alemania
El 8 de junio, solemnidad de Pentecostés, Gregor Maria Hanke pasó oficialmente a ser obispo emérito de Eichstätt. La Santa Sede ya había aceptado su renuncia nunc pro tunc poco antes de Pascua, con efecto en una fecha aún por determinar. Una decisión que ha sorprendido a muchos, no tanto por su contenido como por su momento: Hanke tiene 70 años, y los obispos presentan su renuncia, como norma, al cumplir los 75.
La renuncia del obispo Hanke fue anunciada públicamente mediante un escueto comunicado emitido por la Santa Sede. Sin embargo, ha sido una carta pastoral del propio prelado la que ha revelado los motivos detrás de su resolución. «Mi decisión tiene una larga historia, acompañada de un profundo proceso espiritual de discernimiento», confesó.
Pero es otra frase la que ha dejado una marca más profunda: «No quiero ocultar que, tras los múltiples desafíos, escándalos y conflictos no resueltos que han marcado mi tiempo como obispo, siento una fatiga interior». Una declaración que, más allá de su tono confesional, apunta discretamente a la encrucijada en que se encuentra hoy la Iglesia alemana, y a la posición que él mismo ha encarnado dentro de ese paisaje de fracturas.

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Una dimisión en contexto sinodal
La renuncia de Hanke no se puede leer al margen de un proceso eclesial que ha agitado– y sigue agitando–la vida católica en Alemania: el llamado Camino Sinodal alemán. Impulsado en 2019 como respuesta a la crisis de abusos, este proceso ha pretendido reformar a fondo la Iglesia alemana, revisando temas como la moral sexual, el celibato, el papel de la mujer o la redistribución del poder entre clérigos y laicos.
Desde entonces, las varias propuestas del Camino Sinodal han causado fricciones y han enfrentado resistencias dentro del episcopado alemán, entre los fieles y en el Vaticano. La Santa Sede criticó la creación del llamado «Comité Sinodal», señalando que esta estructura ponía en riesgo la autoridad de los obispos situándose por encima de la Conferencia Episcopal alemana.
En 2023, en una carta firmada por tres altos colaboradores del Papa Francisco —Pietro Parolin, Luis Ladaria y Marc Ouellet— se desaprobó expresamente este órgano y se aclaró que las decisiones de este comité «no pueden limitar la autoridad de la Conferencia Episcopal ni son vinculantes para los obispos individualmente». A pesar de estas advertencias, el proceso sinodal ha seguido su curso, aunque las divisiones internas y la falta de consenso entre los propios obispos se han vuelto cada vez más evidentes.
El pasado 19 de mayo, cuatro obispos alemanes —el cardenal Rainer Maria Woelki (Colonia), monseñor Gregor Maria Hanke (Eichstätt), monseñor Stefan Oster (Passau) y monseñor Rudolf Voderholzer (Ratisbona)— enviaron una carta al presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzing, y a la presidenta del Comité Central de los Católicos Alemanes, Irme Stetter-Karp.
En ella, anunciaban su rechazo frontal a participar en el nuevo órgano sinodal. «No somos miembros de derecho ni promotores de este Comité», escribieron sin ambages. Cuestionaban la legitimidad del proceso y se negaban también a financiarlo. Y lo hacían por un motivo de fondo: el Comité, tal y como está planteado, diluye la autoridad episcopal en estructuras que rozan el modelo parlamentario. Una forma de decir —con cortesía pero con claridad— que el proyecto sinodal alemán ha cruzado líneas rojas.
«¿Hasta que punto el 'sistema' ha sido fecundo?»
Volviendo a Hanke, su dimisión se enmarca en ese contexto de tensión. No lo dice de forma explícita, pero el momento elegido y las palabras empleadas hablan por sí solas. En su escrito, Hanke confiesa una preocupación central que le ha acompañado en los últimos años: la «fecundidad espiritual» de la Iglesia en el país.
Si bien reconoce que la estructura eclesial alemana está «bien organizada con sus estructuras y comisiones, y cuenta con muchos colaboradores competentes, tanto laicos como consagrados», plantea una pregunta crucial: «¿Hasta qué punto se muestra nuestro «sistema» eclesial en Alemania como espiritualmente fecundo? ¿Promueve un verdadero renacimiento desde la fuerza del Evangelio vivido y sirve a la santificación del mundo?».
Esta reflexión la conecta directamente con el mensaje que el Papa Francisco dirigió a la Iglesia en Alemania en su carta de 2019, titulada «Al pueblo de Dios peregrino en Alemania». Hanke señala que muchos de los «pensamientos y exhortaciones» de esa misiva papal le conmovieron profundamente.
En dicha carta, el Pontífice ofreció «impulsos para un camino espiritual» y recomendó enfáticamente tomar esta vía en lugar de «centrarse en sí misma» por parte de la comunidad eclesial. Francisco subrayó que la auténtica renovación proviene de «vivir desde la frescura del Evangelio». Utilizando una imagen potente, el Papa habló de la necesidad de sentir la «mordida» del Evangelio y recalcó el «primado de la evangelización», explicando que esta debe iniciarse por evangelizarse a uno mismo para que pueda surgir «vida nueva y un auténtico espíritu inspirado por el Evangelio».
Y ahora, ¿qué será de Hanke?
El obispo emérito ha expresado con claridad su deseo de regresar al ministerio pastoral, sirviendo como Pater Gregor en un espacio pastoral fuera de su diócesis, para después regresar a su comunidad benedictina en Plankstetten.
«Quiero estar cerca de la gente como pastor, hablar con ellos sobre cuestiones de fe y vida, preparar a los jóvenes para los sacramentos, ofrecer acompañamiento espiritual...», escribe. Asegura también que no portará más insignias ni ejercerá funciones episcopales, salvo si su sucesor lo solicita expresamente.
Y tampoco ha querido despedidas ostentosas. Solo una misa el próximo 6 de julio, fiesta de san Willibald, patrono de Eichstätt. En palabras suyas: «Considero que una despedida sencilla es una forma adecuada, especialmente en vista de la situación actual de la Iglesia».
Por su parte, Bätzing, expresó su agradecimiento a Hanke «por su participación en el Camino Sinodal de la Iglesia en Alemania», a pesar de «todas las tensiones que ha mencionado recientemente». Asimismo, le deseó «todo lo mejor, mucha fuerza, la bendición de Dios y mucha salud» para su nueva etapa.