Fundado en 1910
Monasterio de Montserrat
Uno de los lugares más antiguos de España de veneración a la Virgen. La tradición remonta al siglo IX el inicio de esta devoción, si bien es el Abad Oliba el fundador del monasterio en el siglo XI. De un siglo posterior es la talla ante la que hoy se reza. La historia de este punto emblemático de la religión está plagada de todo tipo de anécdotas: un fraile que había vivido en Montserrat acompañó a Colón en una de sus travesías, y de aquello ha quedado el nombre de Montserrat en una isla del Caribe. Ha pasado por momentos luctuosos y también de enorme fulgor. Su relevancia cultural es de primer rango, y su comunidad benedictina cuenta con escolanía. Además de biblioteca con valiosos pergaminos latinos y papiros griegos, también dispone de un museo con piezas arqueológicas egipcias, así como piezas de Picasso, El Greco y pinturas modernas.

Monasterio de Montserrat: uno de los lugares más antiguos de España de veneración a la Virgen

¿Qué ha cambiado en Montserrat? Radiografía del monasterio benedictino milenario que visitarán los Reyes

Los monarcas encontrarán una comunidad más joven, renovada, muy arraigada en Cataluña por su naturaleza monacal benedictina y contemplativa, pero a la vez muy abierta al resto de España y al mundo

El palacio de la Zarzuela ultima el programa de la visita de los Reyes al Monasterio Montserrat el 23 de junio con motivo de la celebración de su milenario, en medio de protestas anunciadas por grupos violentos independentistas. Está previsto que Felipe y Leticia, que ya estuvieron en la Abadía en 2011 cuando eran príncipes, participen en una ceremonia religiosa, visiten el museo y paseen por algunos de los caminos de la santa montaña donde dejaron huella san Ignacio de Loyola, san Josemaría y el beato Álvaro del Portillo. Estarán acompañados por el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, y el abad, Manel Gasch.

La visita real al santuario benedictino coincide con un profundo proceso de transformación de la gran mayoría de monasterios europeos y del que Montserrat no es ajeno. ¿Qué cambios verán Felipe y Leticia en el Monasterio que visitaron hace 14 años? Los monarcas encontrarán una comunidad más joven, renovada, muy arraigada en Cataluña por su naturaleza monacal benedictina y contemplativa, pero a la vez muy abierta al resto de España y al mundo.

El milenario como empuje para los benedictinos

Los reyes compartirán almuerzo con un cenobio formado ahora por un total de 38 monjes, muy lejos de los 90 miembros del año 2000 cuando fue elegido el abad Josep María Soler en sustitución de Sebastià Bardolet. A lo largo del primer cuarto del siglo XXI Montserrat ha perdido más de la mitad de los religiosos, un patrón que se repite en casi todas las órdenes religiosas españolas.

El declive de la vida contemplativa es una realidad en todos los monasterios europeos, pero los monjes de Montserrat ven en la celebración del milenario un punto de partida hacia el futuro, una gran oportunidad para explicar a la sociedad cómo es la vida benedictina en el siglo XXI y cuáles son sus principales aportaciones al mundo contemporáneo.

Es cierto que el cenobio se ha reducido considerablemente, pero a la vez ha ganado en lealtad y confianza frente a las comunidades benedictinas que formaron Montserrat en el último tercio el siglo XX y principios del siglo XXI. Bajo la dirección de los abades Aureli María Escarré, Cassià Just y Sebastià Bardolet el monasterio contó con más de un centenar de monjes, pero las divisiones entre ellos fueron ostensibles y, en algunos casos, han hecho historia.

Cuando Josep María Soler fue nombrado abad en mayo del año 2000, en el cenobio convivían todavía tres grandes generaciones de monjes: los que repoblaron Montserrat tras la Guerra Civil y durante el franquismo, los que entraron en el convento tras el Concilio Vaticano II y los más jóvenes, partidarios de afrontar los desafíos del mundo contemporáneo, sin perder un ápice de la identidad monástica benedictina.

Interior de la basílica del monasterio de Montserrat

Interior de la basílica del monasterio de MontserratPixabay

Las tres generaciones de monjes

La primera generación se formó y profesó bajo el mandato abacial de Aureli María Escarré, alineado con el general Franco, cuya intervención libró al monasterio de las presiones falangistas en los años inmediatos al fin de la Guerra Civil, según se desprende de la correspondencia que custodia la propia fundación Francisco Franco. Este sector fue liderado más tarde, en los años sesenta, por Cassià Just, el teólogo Evangelista Vilanova y el historiador Hilari Raguer. A ellos se debe el giro que dio Montserrat tras el exilio de Escarré al monasterio lombardo de Viboldone en 1965.

Una salida más voluntaria que no forzada por los gobiernos tecnócratas de la primera mitad de los años sesenta, según algunos historiadores, entre ellos Hilari Raguer. Y ello se debió, sobre todo, a la fuerte contestación interna en el cenobio contra Escarré. Téngase en cuenta que las declaraciones a Le Monde en las que el abad reivindicaba el derecho de elecciones en España se publican en noviembre de 1963 y Escarré sale de El Prat con destino a Milán el 15 de marzo de 1965.

Con esta generación de monjes llegó el giro catalanista de Montserrat, la apertura conciliar y una nueva liturgia emulada por la inmensa mayoría de sacerdotes diocesanos de Cataluña. Manel Gasch es heredero de esta tradición. Su maestro de noviciado fue Cassià Just y, de hecho, viste la cruz pectoral del abad que sustituyó a Escarré.

El segundo grupo de monjes entró en el monasterio tras el Concilio, cuando Montserrat gozaba de un gran prestigio dentro y fuera de España. Entre ellos destaca Josep de Calasanz Laplana, experto en historia del arte y artífice del gran éxito internacional del Museo de Montserrat, del que ha sido director durante más de 40 años. Los Reyes Felipe y Leticia lo visitarán el lunes. El padre Bernabé Dalmau, uno de los grandes liturgistas de Cataluña, es otro ejemplo.

Finalmente, la última generación de monjes, particularmente fieles a la identidad monástica, es la que pilota la transformación actual del cenobio bajo el mandato abacial de Manel Gasch. Esta última generación vuelve a las raíces benedictinas del monje dedicado a la contemplación y la evangelización. El padre Bernat Juliol, que entró en el cenobio en 2005 y fue secretario personal del abad Soler, es uno de sus máximos exponentes.

Volver a la fórmula de san Benito

Hoy la nueva cúpula benedictina de Montserrat es el mejor reflejo de la transformación y cambio de rumbo que vive el monasterio, salpicado en el pasado reciente por casos aislados de abusos sexuales o por vinculaciones políticas y culturales con el secesionismo catalán, que el abad Soler se esforzó en corregir y el actual abad, Manel Gasch, parece que ha conseguido atajar. En 2020, con 38 años, Jordi Puigdevall se convirtió en el monje más joven de la comunidad. Asiste al abad en la dirección y asume sus funciones en ausencia de éste.

El abad benedictino ha confiado también responsabilidades importantes a Bernat Juliol (Gerona, 1978), ahora subprior del monasterio y comisario del milenario. Juliol, abogado y graduado por el IESE, es el administrador y portavoz de la abadía. Una reestructuración que se llevó a cabo poco después de que el padre Ignasi Fossas fuera elegido abad presidente de la congregación benedictina Subiaco-Cassinesa, que prepara, para el 2029, la conmemoración de los 1.500 años del nacimiento de la primera comunidad benedictina de Montecasino, en el siglo VI, tras la caída del Imperio Romano.

Monserrat es lugar de culto de la Virgen desde el siglo IX

Monserrat es lugar de culto de la Virgen desde el siglo IXAbadía de Monserrat

La nueva dirección del monasterio apuesta por dejar atrás la politización de los años sesenta y setenta y quiere centrarse en lo que le ha sido propio a lo largo de su historia milenaria: alimentar los valores del humanismo cristiano y volver a los orígenes de la tradición monástica benedictina. «La fórmula es la que nos enseño san Benito: jugar con el equilibrio de la identidad, aquello que somos sin descafeinarnos, y la innovación», explicó el padre Bernat Juliol en el aula san Juan Pablo II de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma.

Mismo objetivo de siempre: evangelizar

La comunidad de Montserrat que se reunirá con los reyes la próxima semana tiene muy clara la necesidad de mantener intacto el núcleo esencial del espíritu benedictino, conscientes de que con el tiempo las formas cambian. El padre Juliol habla de innovar o, si se quiere, de modelar cualquier cambio desde lo esencial. Así es como Montserrat afronta la primera mitad del siglo XXI.

«La celebración del milenario es ante todo una oportunidad para mirar al futuro», dijo en Roma Bernat Juliol. «Nuestro objetivo sigue siendo el mismo que tenían aquel grupo de monjes del año 1025 (Los que el abad Oliba envió desde Ripoll): evangelizar». Hay que tener en cuenta que en 2024 visitaron Montserrat 2.430.000 personas, según datos de la Abadía. «Nuestra atención se centra en que los que suben como turistas bajen como peregrinos», agrega Juliol.

En diez siglos de historia Montserrat ha vivido etapas muy diversas, con comunidades monacales que oscilaron entre los ocho y los 150 monjes. Mención aparte merece el periodo de la Guerra Civil en el que fueron asesinados 23 monjes en manos de grupos incontrolados en varias localidades de la comarca del Bages, mientras el resto de la comunidad benedictina se exilió en diferentes países de Europa. En el monasterio solo quedó un monje, según el historiador Hilari Raguer.

En 1938, cuando el general Franco había logrado el control de la Guerra Civil, se intentó repoblar Montserrat con monjes dominicos. Es la única vez en su historia milenaria que la comunidad benedictina temió perder el monasterio. Fue el cardenal primado de España, Isidro Gomá, quien puso sobre aviso al abad Antoni María Marcet acerca del proyecto del Gobierno de Burgos.

Buena parte de los monjes exiliados en Europa cruzaron la frontera por San Sebastián y se instalaron en el balneario navarro de Belascoaín, a la espera de poder regresar a Montserrat con la entrada de las tropas nacionales en Barcelona en enero de 1939. En Belascoaín tiene lugar en enero de 1938 el primer contacto entre san Josemaría y los benedictinos de Montserrat. Este encuentro propiciaría más tarde la amistad fraternal entre el fundador del Opus Dei y el abad Escarré.

Un punto de referencia espiritual en el continente

En su paseo por Montserrat los Reyes podrán contemplar un alto relieve de san Josemaría y el beato Álvaro del Portillo en el camino de Sant Miquel que simboliza los más de 85 años de amistad fraternal entre la Obra y la Abadía Benedictina. El otrora abad, Josep María Soler, lo sintetiza muy bien: «El Opus Dei en Cataluña tiene sus raíces en Montserrat».

Escarré y Escrivá de Balaguer se ayudaron mutuamente, sobre todo durante la postguerra española. El abad benedictino allanó el camino para el reconocimiento pontificio del Opus Dei en 1944. El padre Anselm Albareda, (más tarde cardenal), prefecto de la Biblioteca Vaticana, y el abad Gregorio Sunyol, presidente del Instituto de Música Sacra, mediaron ante Pio XII. Montserrat fue también mantel protector de la Obra en los convulsos años cuarenta en Barcelona, cuando el gobernador Antonio Federico Correa Veglison intentó erradicar la entonces embrionaria asociación pía de la ciudad condal.

De izquierda a derecha Josemaría Escrivá de Balaguer, el monje Adalbert Junqueras y el abad Aurelio Maria Escarré, en Monserrat, 8 de mayo de 1948Cedida

De izquierda a derecha Josemaría Escrivá de Balaguer, el monje Adalbert Junqueras y el abad Aurelio Maria Escarré, en Monserrat, 8 de mayo de 1948Cedida

Montserrat es uno de los cenobios más antiguos de Europa y sigue siendo un referente espiritual en el Continente. Cuenta con un patrimonio cultural deslumbrante. Entre los 250.000 volúmenes que integran la biblioteca hay unos 400 incunables de valor incalculable, además de más de 200 papiros y mil manuscritos. Destacan también las colecciones de estudios monásticos y lingüísticos. La influencia cultural de la comunidad se proyecta a través de las ediciones de su propia editorial, Ediciones Abadía de Montserrat.

En los albores del siglo XVI el Monasterio tuvo su propia imprenta gracias al abad García Jiménez de Cisneros. Allí publicó uno de sus primeros incunables: Ejercitatorio de la vida Espiritual, obra clave que influyó en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.

Adaptación sin renuncia: Montserrat en la nueva era

La Escolanía, formada por una 50 voces, y el Museo, con un Picasso dedicado al abad Escarré y cuadros de Caravaggio y Santiago Rusiñol, son otros dos grandes focos de proyección cultural internacional. En el museo se hallan, además, las salas bíblicas donde se expone abundante material de Mesopotamia, Tierra Santa y Egipto.

Reyes y príncipes de todas las épocas han demostrado siempre un gran interés por Montserrat. Juan Carlos y Sofía lo visitaron en 1976, dos meses después de la muerte de Franco. Pero la relación de Montserrat con los monarcas españoles es especialmente fructífera a lo largo del siglo de oro español.

Esta relación de la comunidad benedictina catalana con España, a veces interesadamente orillada por motivaciones políticas, es la que da lugar en el s. XVI a la transformación del Monasterio y a la creación de la Abadía de Santa María de Montserrat, tal y como hoy la conocemos.

En el atrio de la Basílica, el espacio que hace de transición entre la plaza principal y la iglesia y uno de los lugares más visitados del santuario, se dice que el emperador Carlos V fue el gran protector de Montserrat. Pero es bajo reinado de Felipe II, gran benefactor del Santuario, que se construye la nueva abadía (1560-1592) casi en paralelo con El Escorial. Y el Rey Felipe III presidió, entre lágrimas, la entronización de La Moreneta en la nueva Basílica en 1599.

Con la visita al santuario en el contexto de la celebración del milenario, los reyes Felipe y Leticia serán testigos directos del proceso de adaptación de Montserrat a un nuevo cambio histórico de era, sin perder la identidad de su esencia benedictina.

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