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Benedicto XVI, mirando al cielo tras la audiencia generla del miércoles 26 de mayo de 2012

Benedicto XVI, mirando al cielo tras la audiencia generla del miércoles 26 de mayo de 2012Gtres

¿La Iglesia 'favorece' la paternidad irresponsable? Esto es lo que respondió Ratzinger hace 20 años

En Dios y el mundo , el teólogo alemán rechazaba que la postura de la Iglesia sobre los anticonceptivos fuese responsable de la pobreza en el Tercer Mundo y sostenía que la verdadera raíz de la miseria está en la quiebra de la moral

Hace dos décadas, Joseph Ratzinger, entonces cardenal y futuro Papa Benedicto XVI, ofreció una extensa entrevista al periodista y al que sería su biógrafo, Peter Seewald, publicada bajo el título Dios y el Mundo. Creer y vivir en nuestra época (2005).

En este libro, Ratzinger exponía de manera clara y accesible sus reflexiones sobre las grandes cuestiones que marcaban, y lo siguen haciendo, el mundo de ahora: desde temas polémicos como la manipulación genética, el aborto, el papel de la mujer en la Iglesia o la eutanasia, hasta cuestiones más amplias sobre el origen del mundo y la justicia social.

Y es en esas páginas que abordó una de las críticas más recurrentes hacia la Iglesia: su posición sobre los anticonceptivos y la planificación familiar. En su libro, el teólogo alemán desmontaba de raíz la idea de que la Iglesia provocara pobreza y miseria en el Tercer Mundo por su rechazo a los métodos artificiales de control de natalidad.

Los preservativos no evitan la miseria

La pregunta de Seewald no dejaba espacio a rodeos: «A la Iglesia se le reprocha que, con su rigurosa política de prohibición de medios anticonceptivos en el Tercer Mundo, está provocando graves problemas que llegan hasta la auténtica miseria».

«Esto es un completo disparate , por supuesto–respondía sin tapujos Ratzinger– La miseria se produce por la quiebra de la moral, que antes ordenaba la vida en las organizaciones tribales y en la comunidad de los cristianos creyentes, excluyendo de ese modo la enorme miseria que contemplamos hoy», señalaba. Para el purpurado, reducir la voz de la Iglesia a la prohibición de anticonceptivos «es un desorden grave basado en una visión del mundo completamente trastornada».

La lucha contra el sida

Según el teólogo, lo que la Iglesia predica es la santidad y la fidelidad del matrimonio. «Cuando su voz es escuchada, los hijos disponen de un espacio vital en el que pueden aprender el amor y la renuncia, la disciplina de la vida recta en medio de cualquier pobreza», afirmaba en Dios y el Mundo.

«Cuando la familia funciona como ámbito de fidelidad, existe también la paciencia y respeto mutuos que constituyen el requisito previo para el uso eficaz de la planificación familiar natural», enfatizaba.

Ratzinger insistía: «La miseria no procede de las familias grandes, sino de la procreación irresponsable y desordenada de hijos que no conocen al padre y a menudo tampoco a la madre y que, por su condición de niños de la calle, se ven obligados a sufrir la auténtica miseria de un mundo espiritualmente destruido».

En este contexto, el cardenal alemán también señalaba: «Todos sabemos que hoy la rápida propagación del sida en África está provocando justo el peligro opuesto: no la explosión demográfica, sino la extinción de tribus enteras y la despoblación de muchas regiones».

La contradicción de la abundancia desperdiciada

En su análisis, Ratzinger señalaba también una paradoja de la economía moderna europea. Los gobiernos pagan a los agricultores por destruir parte de su producción o sacrificar animales con el fin de controlar la «superproducción» y evitar la caída de los precios en el mercado.

Una práctica que cuestiona: mientras millones de personas sufren hambre y pobreza en otras regiones del mundo, se desperdician alimentos y recursos de los que podrían beneficiarse quienes más lo necesitan.

«Me parece que esos sabios ejecutivos, en lugar de aniquilar los dones de la creación, harían mejor en reflexionar cómo conseguir que redundasen en provecho de todos», señalaba con contundencia.

¿Cuál es la raíz de la miseria?

Como indica tajantemente en su obra, «no generan la miseria aquellos que educan a las personas para la fidelidad y el amor, para el respeto a la vida y la renuncia, sino los que nos disuaden de la moral y enjuician de manera mecánica a las personas: el preservativo parece más eficaz que la moral, pero creer posible sustituir la dignidad moral de la persona por condones para asegurar su libertad, supone envilecer de raíz a los seres humanos, provocando justo lo que se pretende impedir: una sociedad egoísta en la que todo el mundo puede desfogarse sin asumir responsabilidad alguna».

Para Ratzinger, la raíz de la miseria «procede de la desmoralización de la sociedad, no de su moralización», y, por ende, «la propaganda del preservativo es parte esencial de esa desmoralización, la expresión de una orientación que desprecia a la persona y no cree capaz de nada bueno al ser humano».

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